Autor: Rogelio Núñez
Universidad Camilo José Cela. Madrid (España)
La crisis de Paraguay ha provocado la toma de posesión de la mayoría de los países de Sudamérica. Cada uno ha perseguido objetivos diferentes: si Argentina y Bolivia lo ven desde una perspectiva de política interior, Brasil lo percibe como un problema para el medio millón de brasileños que viven en suelo paraguayo.
Por su parte, el nuevo presidente de ese país Federico Franco sabe que el aislamiento internacional que padece Paraguay tiene fecha de caducidad, las elecciones presidenciales del año que viene, del 21 de abril. Por eso, su primer objetivo se centra en “ordenarla casa” para trasmitir gobernabilidad y que el próximo presidente pueda recibir el cargo en las mejores condiciones “con gobernabilidad y seguridad”.
Aislamiento con fecha de caducidad
La estrategia de Franco parece muy clara: aguantar hasta que se celebren esos comicios los cuales finalmente legitimarán todo lo ocurrido. Es la misma estrategia [2]que impulsó el hondureño Roberto Michelleti que finalmente dio resultados pues Honduras, tras haber estado aislada entre 2009 y 2010, recuperó su posición internacional tras la victoria de Porfirio Lobo en las elecciones presidenciales y su posterior toma de posesión.
De hecho, la presión internacional se ha ido diluyendo y Paraguay no ha sido víctima de sanciones económicas.Cristina Kirchner anunció que “no se aplicarán [a Asunción[ sanciones económicas porque el objetivo es no perjudicar al pueblo paraguayo». Ha sido apartado, solo temporalmente, de Mercosur, foro al que volverá «cuando se verifique el pleno restablecimiento del orden democrático» en Paraguay.
Y la propia Cristina Kirchner explicó que “se resolvió la suspensión temporal hasta tanto se lleve a cabo el proceso de elecciones libres y democráticas de un nuevo presidente”.
La medida que se tomó en la cumbre de Mercosur supone excluir a Paraguay del derecho de participar en organismos del Mercosur y de las deliberaciones del bloque, y la pérdida de derechos de voto y veto.
De igual manera UNASUR ha expulsado a Paraguay aunque también hasta que haya elecciones: “hoy las jefas y jefes de Estados de Unasur también resolvieron suspender la pertenencia de Paraguay (al bloque) hasta tanto no se restablezca el orden democrático en ese país”, dijo el canciller argentino Timerman al informar el resultado de la cumbre del bloque.
Algunos presidentes de la región no han dudado de mostrar su desagrado por “la débil respuesta” latinoamericana. Es el caso del ecuatoriano Correa para quien UNASUR “podía tomar sanciones mucho más drásticas, como las que tomó (respecto de Ecuador) el 30 de septiembre del 2010, pero no lo hizo”.
Esta estrategia paraguaya, la de resistir el temporal, está en concordancia con la postura brasileña expresada por la propia Dilma Rousseff quien recordó que en el Mercosur prima el respeto a los derechos de justa defensa y sus miembros rechazan los juicios sumarios “para que la manifestación de los legítimos intereses de los pueblos sean asegurados … Por eso, este semestre tenemos que hacer nuestros mejores esfuerzos para que las elecciones en Paraguay, en abril de 2013, sean democráticas, libres y justas”.
Incluso, el ecuatoriano Rafael Correa quien ha sido uno de los más duros con respecto a la nueva situación paraguaya ha reconocido que “en ocho meses habrá elecciones en Paraguay y el gobierno que salga de esas elecciones, si son transparentes, democráticas, será ahí sí reconocido por el Gobierno ecuatoriano”.
Paraguay en perspectiva nacional
El gran ganador de esta crisis ha sido la Venezuela de Hugo Chávez pues su país ha conseguido entrar finalmente en Mercosur ya que el Congreso de Paraguay llevaba seis años vetando su incorporación como miembro de pleno derecho. El ingreso fue solicitado en 2006 y aprobado por todas las partes excepto por el Congreso de Paraguay.
Para Hugo Chávez se trató de “un día histórico y hay que celebrarlo este 29 de junio, un día para la historia de la integración, de la ética. Esto es un ejemplo de política, de ética, una lección de política verdadera para esos enclaves autoritarios que son herederos de dictaduras burguesas. Esto tendrá una resonancia geopolítica”.
En todo el caso paraguayo la postura más beligerante ha sido la de Cristina Kirchner quien ha liderado una cruzada contra el “juicio político” ocurrido en Paraguay.
No ha desaprovechado la oportunidad de establecer paralelismo entre el caso paraguayo y la postura de los antikirchneristas en Argentina: “se nos está planteando si somos capaces de sostener esta legalidad y legitimidad y que no se instalen en la región los golpes suaves. No bajo la forma de dictaduras militares sino de movimientos bajo la pátina de cierta institucionalidad. Pero no son nada más que el resquebrajamiento del orden institucional”.
Incluso su canciller Héctor Timerman llegó a establecer paralelismos con lo ocurrido a Fernando Lugo pues según él en Argentina “hay intereses que quieren voltear a Cristina Fernández de Kirchner”, por la actitud “golpista” de los grupos económicos “afectados por el modelo nacional y popular”.
También Evo Morales ha aprovechado lo ocurrido en su país vecino para establecer paralelismos. En una entrevista el boliviano dijo que es “católico, pero estoy decepcionado de la Iglesia Católica. En Paraguay, fue la primera en reconocer al gobierno de (Federico) Franco. Y la semana pasada, en Bolivia, bendijeron el motín policial”.
Morales considera que en la región hay “intereses internos y externos”, a los que no identificó, “que intentan acabar con las democracias”: ”Desde que estamos en el Gobierno hemos recibido tres intentos de golpe para sacarnos del poder. Pero es el pueblo el que resiste”.
De igual forma, Rafael Correa ha alertado que si se es “débil” en Paraguay podría haber más golpes institucionales en la región: “los que perjudicaron al pueblo paraguayo fueron los golpistas y el mayor mal para el pueblo paraguayo es dejarlo a la merced de esos golpistas, porque si no tomamos medidas radicales, estas aventuras antidemocráticas continuarán en Paraguay y en nuestra América”.
Todo apunta, pues, a que dentro de 13 meses, en agosto de 2013 el nuevo presidente paraguayo tendrá un panorama más despejado y la crisis por la destitución de Fernando Lugo será, como en el caso hondureño, tan solo un lejano recuerdo .
Autor: Rogelio Núñez
Universidad Camilo José Cela. Madrid (España)
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