El martes 18 de noviembre se inauguró el techo de 1.400 metros cuadrados que decorará la Sala de los Derechos Humanos y la Alianza de Civilizaciones de la sede de las Naciones en Ginebra. La noticia ha ido acompañada de un cierto alboroto al conocerse el costo de la obra que, incluyendo la remodelación de la Sala, ascenderá a unos 20 millones de euros, donados por un grupo de empresas privadas españolas y por el Gobierno español (esta última donación incluye 500.000 euros con cargo a los fondos de ayuda al desarrollo). En tiempos de recesión esto tenía que provocar reacciones críticas que parecen haberse acallado ante la magnitud de una obra a la que algunos ya llaman la Sixtina del siglo XXI.
Barceló, un espíritu excesivo
La obra ha tomado 13 meses de intenso e incierto trabajo. Se han consumido en ella 35 toneladas de pintura. El pintor ha trabajado con 20 ayudantes y la maquinaria y materiales utilizados han requerido la asesoría de ingenieros, arquitectos y restauradores. Barceló es sin duda un espíritu excesivo que experimenta en el límite de las cosas sin perder jamás la sencillez. Su visión del mundo es un caos algo organizado que intenta captar utilizando técnicas como el dripping (pinceladas rápidas y nerviosas) con las que busca abandonarse al azar absoluto en espera del fracaso o del accidente salvador. “Siempre me ha interesado mucho el accidente en la pintura, pues lleva implícito una sensación de fracaso. Estuve 9 meses en Ginebra. En las primeras semanas no pasaba casi nada. Todo eran fracasos técnicos. En algún momento pensé incluso en colgar del techo algún cuadro, pero me pareció una impostura. No sabía bien cómo podía desarrollar el encargo. Cualquier brochazo no pasaba de ser un punto absurdo sobre la superficie inmensa. En mis cuadros siempre hay un momento donde parece que aquello se derrumba, que el desastre se impone. Y ese vértigo me es necesario para seguir avanzando. Al final encontramos la maquinaria industrial que necesitaba y todo empezó a marchar”.
Del furor de espíritus excesivos
De imaginaciones azarosas y potentes
De la pasión por el experimento
De la interrogación incesante
Del esfuerzo de homo faber
Brotaron los artistas.
Buscando la huella indeleble
Se alzaron sobre las uniformidades clónicas
Y desperdigados en nuevos cauces de vida
Propusieron órdenes abiertos.
Extravagancias, disonancias, contrariedades,
Abiertos a las variedades que dilatan
Se hicieron cuerdas sensibles
De las arpas eólicas
Que toca una naturaleza imprevisible.
Suspende tu credulidad
Para penetrar en las fabulaciones del arte.
Partícula eres de un universo indiferente e ignoto
Genuflexionate
No puedes sujetar el gran caos
Sólo goza el incierto viaje.
Regreso a Tintoretto.
Nada es posible sin esfuerzo y sin técnica. Al final se encontró una máquina usada en el túnel del Mont Blanc para tirar hormigón. “En tres días lancé con ella 25.000 kilos de pintura sobre la cúpula, que es una de mis obras más coloristas. Se trata de un trabajo orgiástico, orgásmico, hecho sin estrategias, sin pruebas previas. La obra se fue creando día a día, se fue ordenando sola. Quise que fuera como una cueva muy viva, con estalactitas de hasta un metro que descienden del techo. La cúpula ha sido mi laboratorio, mi experimento y mi obra. Cuando la acabé me sentí huérfano, vacío, raro.” “No soy capaz de pintar lo que no me excita. No soy capaz de gestionar mi pintura con estrategias. A mí me mueve la intuición, lo inesperado. No tengo más opción que reinventarme cada día. Por eso mis series de cuadros de un mismo motivo suelen ser breves”. Vivir la experiencia límite, asumir el riesgo del fracaso y confiar en la luz que nos librará de enviar el trabajo a los despojos. Es como en el gran Tintoretto
Vertiginosas perspectivas
Se pierden en espacios profundos
Islas de luz fantasmagóricas
Brotan en lugares inesperados
Claroscuros atormentados
Espacios vertiginosos
Extrañas invenciones
Cuelgan de los muros del caos.
Rotas todas las reglas
El pincel hecho rayo
Sólo una brújula interna puede salvarte
De caprichos irresponsables.
Descubrir inapreciadas perspectivas
Barceló no deja de ser el niño impresionable de mirada abierta al universo dispuesto a encontrar un mundo en cualquier parte. Pero los pies siempre están bien plantados en el suelo sensato de su Mallorca natal, pues sólo así puede saltarse brillantemente por los aires y buscar revelaciones en experiencias límites. El artista busca la llave con que atisbar los misterios y sólo puede transmitirla a sensibilidades trabajadas. El grano de arena contiene las mismas claves que la montaña. La obra de arte es la mirada única e irrepetible que el artista nos lega. La mirada del ojo salvaje, desprejuiciado, inocente, capaz de sumergirse en lo extraño, en Mali, y descubrir inapreciadas perspectivas, hacerse otro para volver a mirarse, ver y ser visto en diferentes planos sin sucumbir del todo al caos. Sumergirse en el mar de la experiencia y remar en trabajo incesante hasta descubrir que la obra te envuelve en sus imágenes, se hace viva, te hace suyo y amorosamente te conduce. La naturaleza de la vida -viene a decirnos- es estar acechada permanentemente por la muerte. Y su plenitud consiste en percibir la energía primigenia de un universo animado por la atracción expansiva de los amantes.
Cenizas volcánicas mixturadas con algas y hierbas marinas
Fabulosos colores de los murales de Pompeya
Espaguetis cocidos macerados
Callejuelas de barrio chino enmohecidas de semen y mar
Delicados jarros de vidrio hechos luz y transparencia
Experimentación incesante
Precariedad de todos los objetos
Inestabilidad buscada
Sensación de caerse por el borde del universo
Taller que unifica recuerdos y búsquedas
Cuadros, naturalezas muertas, monstruos, peces
Oscuras siluetas de artistas y perros
Sobre un suelo del azul más denso
Mesas, pinceles, botellas y jarros
Pequeñas figuras que caminan por campos ocres
Repeticiones de forma y de color
Desequilibrio y premonición
Ansia de pasar a otra cosa.
Tempestad interior que estalla en amor loco
Collage bretoniano y arte combinatoria
Deambular inquieto por aventuras febriles
Evocaciones incontenibles de Rimbaud
Torbellinos, vórtices, barrancos y alturas
Erecciones, libros, superficies escurridizas
Mar tumultuoso y ventana ambigua
Atmósfera claustrofóbica del artista en su taller.
“Con la edad me doy cuenta de que siempre vuelvo a los mismos poetas: Rimbaud, Dylan Thomas, Juan Ramón Jiménez, Lezama Lima… Y luego están mis amigos, como Adam Zagajewski y Edouard Glissant. La poesía siempre me ha acompañado. Y luego están mis cuadernos de notas, que son una forma de ir palpando las tinieblas. Escribo sin jerarquía de importancia, ideas e impresiones de cualquier tipo, pero casi nunca biográficas. No se me ocurre hacer un diario y contar que hace unos meses estuve en Londres con David Bowie.”
Frente a la epifanía del dinero y el cruel teatro de la crisis reclama aprender de África. «Aquello es un gran observatorio para ver lo cómico que en ocasiones resulta Occidente».
Todo forma parte del gran caos y la forma que Barceló elige para vivirlo es laborar esforzadamente, pero con humor, el que destila la sabiduría de su vieja tierra, mucho humor para soportar el azar y el absurdo. Cada uno somos vida, pero la Vida nos trasciende y la sonrisa ayuda a soportarla
Apoyao en el quicio de la mancebía
Con una erección
Extasiado el pintor ve encenderse
Entre mil sensaciones
La noche de mayo.
El pene erecto
Firme el ademán
La imaginación le lleva
Del caos de los libros
Al suelo firme
De su Mallorca originaria.
Apolo y Dionisos entrelazados
En cada cual
De modo irrepetible
Sólo vive lo particular
Que nunca agota la vida.
Ponga calma en su interior.
Stop Reading.