¿Cómo hacemos la reconstrucción?

Regulación de los sistemas económicos
La necesidad de regular y supervisar el sistema financiero ha sido, como el cambio climático, una discusión que se ha alargado más allá de la evidencia. Con la debacle han llegado las prisas, y los países poderosos convocan cumbres específicas sobre este tema, pero se puede dudar razonablemente del resultado si la principal motivación es justificar las enormes cantidades de dinero público empleadas en pagar el fraude. En cualquier caso, la regulación no puede ser eficaz si no desaparecen los paraísos fiscales. ¿Qué se puede regular si los fondos pueden hacerse opacos en cualquier momento?
Es igualmente necesario regular el funcionamiento de las empresas. Es conveniente para las empresas, porque asegura unas reglas de juego comunes y por lo tanto iguala las condiciones de actuación. Y, por supuesto, conviene al ciudadano porque protege sus intereses.
Es urgente cambiar las reglas impuestas por los países poderosos en el comercio mundial, que modifican artificialmente los precios y construyen barreras insalvables para las producciones de los países débiles.
Los estados y organismos internaciones deben construir mecanismos para actuar de forma coordinada contra los montajes especulativos que aparecen en cualquier tipo de mercado.
Recursos
Hay que replantear en su totalidad el funcionamiento económico. La economía no puede estar basada en el agotamiento de los recursos naturales y la degradación del medio ambiente. Los recursos naturales empleados han de ser renovables y/o reciclables.
Se ha de reformar en su totalidad la industria de la energía. Las empresas energéticas logran sus mayores beneficios manteniendo un sistema basado en el petróleo hasta que se agote, y un transporte basado en el motor de explosión, que tiene una eficiencia ridícula. Debe haber un impulso político que promueva las infraestructuras necesarias. Y éstas son no sólo sistemas de producción de energía sin combustibles, sino también una red de suministro de energía que posibilite, por ejemplo, el funcionamiento de los vehículos eléctricos.
La pesca y la industria maderera han de ser controladas de forma que se mantengan las poblaciones de peces y las superficies forestales.
Ejércitos e industria de guerra
Los ejércitos y la industria de guerra suponen el desperdicio de recursos más irracional que está realizando la humanidad.
Los ejércitos nacionales se pueden reconvertir en unidades de intervención en catástrofes. Los ejércitos y las armas se han de colocar bajo control de organismos internacionales: ONU, Comunidad Europea, UNASUR, Unión Africana…
Se ha reformar la industria de guerra, y responsabilizar a los gobiernos de los países productores del comercio de armas.
Multilateralidad
Se ha de superar el despotismo presuntamente ilustrado que ejercen los países poderosos en los organismos internacionales, no sólo por ser injusto, parcial y desmotivador, sino porque frecuentemente se equivocan. En este sentido son urgentes las medidas ya propuestas como ampliar el G-7 con la incorporación de países con economías emergentes, y el necesario protagonismo de los países receptores de ayuda en la elaboración de programas y gestión de los fondos.
Ayuda al desarrollo
Para que la ayuda al desarrollo sea eficaz, es necesario realizarla de acuerdo con los principios expuestos en la declaración de París de 2005, actualizados en la reciente conferencia de Accra. Parece absurdo tener que decirlo, pero es preciso que la ayuda se haga en función de las necesidades de los países receptores, y no de los intereses de los donantes.
Se ha de incrementar la ayuda y llegar al 0,7% lo antes posible.
Se han de realizar todos los esfuerzos necesarios para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y proponer nuevos objetivos.
Política y Sociedad
Es precisa una regeneración de la clase política, pero no se conseguirá sin la presión de la sociedad civil organizada. Los partidos políticos han derivado hacia organizaciones orientadas al logro del poder, y a ello subordinan el resto de sus objetivos. El debate interno es anulado, el ciudadano sólo importa en campaña electoral, y el espacio democrático queda reducido al voto.
¿Son ilógicas o irracionales estas cuestiones? ¿Es imposible que se lleven a cabo por inercia o por intereses? ¿Qué más deberíamos proponer? En todo caso, éste es el momento del debate… y de la acción. ¿Nos ponemos en marcha?

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