La Estrategia del Roble: La Respuesta de las Ciudades a la Crisis Societaria

Autor: Josep Mª Pascual Esteve
Director de Estrategias de Calidad Urbana
Coordinador de AERYC[i]
“La ciudad es la cuna de la civilización” (Jane Jacobs)
En este trabajo se muestra cómo la crisis financiera europea es la “punta del iceberg” de una quiebra social, económica, institucional y moral más amplia. Sin una respuesta a esta crisis societaria no habrá solución estable a la crisis financiera. Las ciudades, lugares en el que vive e 75% de la población europea y nodos de la economía y sociedad red globales, son el medio más adecuado para afrontar esta crisis. Por ultimo se señalan los principales temas que deben desplegar las estrategias urbanas para afrontar la crisis en la perspectiva de un mejor escenario de futuro. Son estrategias que generan diversidad, complejidad, creatividad, y fortalecimiento ciudadano, al igual que el roble que crece generando biodiversidad.
1. Crisis 2007-20??: una crisis societaria
«No podemos solucionar problemas usando el mismo razonamiento que usamos cuando los creamos» (Albert Einstein)
En un anterior y largo artículo[ii] aparecido en el número 24 de la revista Gobernanza, señalaba que la actual crisis financiera y económica en Europea es claramente una crisis societaria, del conjunto de la sociedad, que tiene dos componentes: la crisis financiera, que posteriormente derivó en una gran contracción económica, constituye tan sólo la punta del iceberg de la crisis societaria, cuyo núcleo duro es una quiebra social, moral e institucional y de gobernación que constituye las ocho partes escondidas del iceberg, y que están en la base de la crisis financiera.

Estos ocho componentes de la quiebra social son interdependientes, y es el conjunto de sus interacciones las que han originado la crisis financiera:

Es decir, y para expresarlo muy sintéticamente: el crecimiento de los últimos 20 años, antes de la crisis financiera, fue un crecimiento con grandes desigualdades sociales[iii], que además se producía en un entorno cultural-moral presidido por valores individualistas centrados en el lucro a corto plazo, y en el consumismo exacerbado. Se proponía a la sociedad en su conjunto un nivel de bienestar material al que cada vez menos gente podía llegar; un bien tan básico como la vivienda era inasequible a la mayoría de jóvenes. A estas necesidades de consumo se le sumaban nuevas necesidades fruto del avance en la economía informacional: acceso a las tecnologías de la información, formación a lo largo de la vida, niveles de salud y vida saludable, etc. Ante el crecimiento de las necesidades, el estado del bienestar retrocedía puesto que el gasto público en relación al PIB se mantenía constante o se reducía. Tampoco las personas obtenían el soporte necesario de las redes familiares y sociales, que se habían vuelto más inestables y precarias, relaciones líquidas las llama Z. Bauman[iv]. El peso del proyecto de vida dependía cada vez más de los individuos, que eran cada vez más autoinsuficientes, y con menores soportes personales y públicos ante las exigencias de la sociedad.
Esta contradicción entre aspiraciones y posibilidades sociales, que E. Durkheim denominó anomia o desorganización social[v], ha tenido como consecuencia la aparición de lo que acertadamente G. Lipotevesky ha denominado sociedad de la decepción[vi] en su sentido más amplio, y también de la desesperanza ante el futuro. Estos individuos decepcionados, autoinsuficientes con escasos vínculos sociales y cada vez más segregados de lo público, encontraron, en un mercado financiero y global desregulado y guiado por afán de lucro más cortoplacista, unos productos crediticios “subprime”, lo que ni el estado, ni las redes familiares y sociales les ofrecían: un espejismo de satisfacción a sus necesidades y aspiraciones.
El resto es conocido. Los bonos subprime causaron una gran bancarrota financiera y una desconfianza en todo el sistema financiero mundial. Los estados tuvieron que rescatar a los bancos generándose o agravándose sus déficits y deudas, lo que supuso, en la UE, que en muchos de ellos se disparara la tasa de interés para la financiación de su deuda[vii], y en Grecia, Portugal e Irlanda se llegó a la quiebra financiera. Lo que llevó, al no actuar directamente el Banco Central Europeo (BCE) como garante de la deuda y por tanto al rescate de los estados en quiebra financiera (como si lo han hecho los bancos centrales de Gran Bretaña y Estados Unidos) lo tuvieron que hacer el conjunto de los otros estados. Lo que agravó aún más su déficit y su deuda, quedando, como en el caso de España e Italia, también ellos en una situación muy delicada al dispararse su déficit por los gastos del rescate.
En definitiva, la quiebra social, institucional y moral ha sentado las bases de la crisis financiera, y ésta ha agravado la quiebra social e institucional. El modo cómo se ha afrontado la crisis financiera, en el ámbito de la U.E., intentando reducir el déficit público sin dar opción a inversiones para el crecimiento económico y el empoderamiento social, nos ha llevado a una espiral viciosa: se reducen los gastos e inversiones públicas y se aumentan los impuestos, de modo que se contrae la actividad económica y también los derechos sociales sufragados con fondos públicos. Dicha contracción, a su vez, comporta un nuevo déficit público, y la deuda posterior; y vuelta a empezar, con nuevos y más grandes recortes que producen aún mayores contracciones, con lo que se agravan también además las desigualdades sociales originarias, la desconfianza en las instituciones y en la política, y se genera una cultura de la decepción, miedo[viii] o indignación que reproducen de manera ampliada la quiebra social, moral e institucional sobre la que se levantó la crisis financiera[ix].
La existencia de este círculo vicioso es debida, entre otros, a un error de diagnóstico de la UE, que considera la crisis como consecuencia de los déficits y deudas públicas cuando ha sido el contrario, la crisis, y cómo ésta se ha afrontado, ha conducido al incremento de los déficits públicos y, con ellos, al aumento de la deuda[x].
Afrontar la crisis societaria significa, por tanto, en el marco de la UE, actuar en dos niveles o dimensiones: a nivel global y fundamentalmente en la U.E., y a nivel urbano-metropolitano.
A nivel global para cambiar la orientación de la política financiera y económica de la UE[xi], de modo que deje espacio para las inversiones que generen el dinamismo económico y social, y permitan, por la vía de la obtención de ingresos y la reducción de gastos poco productivos en lo económico, social e institucional, reducir los déficits públicos. También que el BCE vaya asumiendo funciones propiamente de banco central, garantizando el pago de la deuda de los países de la UE. Es necesario avanzar hacia una clara integración fiscal y política[xii]. A nadie se le puede escapar que las decisiones a nivel europeo se deben a que las decisiones nefastas para la Europa Mediterránea que ha tomado, hasta hoy, la UE se toman en función de los intereses electorales de su gobierno estatal hegemónico: el gobierno alemán. Las decisiones económicas a nivel de toda Europa dependen actualmente de un porcentaje del electorado de Alemania[xiii], que vota la coalición presidida por la Sra. Angela Merkel. Es por ello que difícilmente puede haber una política económica y fiscal basada en el interés general de Europa sin un gobierno europeo elegido mediante el sufragio universal por toda la ciudadanía europea.
A nivel regional y urbano para incidir en las más importantes bases estructurales de la crisis societaria, sin las cuales cualquier solución coyuntural a la crisis financiera es del todo inestable. La intervención para superar la quiebra social es regional y sobre todo urbana, dado que es en las ciudades y regiones metropolitanas donde se organizan las relaciones entre los individuos, grupos y sectores sociales y económicos en los que se asienta la economía y la sociedad global. En este trabajo me referiré sólo a la segunda dimensión, que es sin duda la menos tratada.
2. La crisis societaria debe afrontarse desde las ciudades con estrategias de innovación social y urbana.
“La mayoría de los problemas de la sociedad contemporánea proceden de los desequilibrios entre velocidades de innovación diferente” (Daniel Innerarity)
La tesis que se sostiene en este apartado es que la salida estable a la crisis societaria sólo se producirá con la innovación en la organización social, institucional y de gobernación que se produzca en las ciudades y regiones metropolitanas. Los cambios técnicos y económicos deben insertarse en el contexto de una innovación social y urbana que la acoja e integre transversal y equilibradamente.
La anomia o desorganización social a la que se hacía referencia, en el primer apartado se produce por la desincronización entre la innovación tecnológica generada por las TIC, y la organización social, moral y económica de nuestras sociedades urbanas  en las que se insertan.
En efecto la aplicación intensa en todos los ámbitos productivos y sociales de las tecnologías de la información y comunicación a partir de finales de los 80, se produjo en el marco organizativo social, institucional y moral  regresivo, que se adoptó a partir de la salida de la crisis de 1973-1983, que fue totalmente inadecuado para desplegar la economía informacional[xiv] y la sociedad red emergentes[xv].
Las posibilidades de la sociedad red y la economía informacional, no se han podido utilizar debido la ausencia de innovación social, institucional y moral ante los cambios tecnológicos, financieros y económicos producidos, sobre todo, a partir de la salida de la crisis del petróleo en el 83. Así por ejemplo, las exigencias de complementariedad para la competitividad global al inscribirse en un marco social y moral basado en el lucro cortoplacista y el individualismo moral, supusieron y suponen la instauración del engaño en red, y la generación global de desconfianza. Un nuevo modelo social, institucional y ético bien diferente al regresivo, que se ha desarrollado hasta hoy, no sólo permitiría hacer frente a la crisis societaria, sino que lo puede hacer favoreciendo una triple correspondencia entre cohesión e igualdad social con desarrollo económico sostenible y sostenido, y una mayor activación democrática de la ciudadanía.
Las ciudades son conjuntos densos de actores y sectores ciudadanos entrecruzados en redes complejas de interdependencias que constituyen los nodos de la organización social  de los países. Es por ello que han sido el medio de innovación y la cuna de las nuevas eras económicas y sociales, y por tanto la innovación de la organización social debe tener en las ciudades su medio privilegiado. Otras razones que hacen a las ciudades claves para la desarrollar prioritariamente la innovación social e institucional para superar la crisis societaria:
a- La Tierra un planeta de ciudades en transformación: Como señala Joan Romero[xvi], no hay mejor laboratorio que las ciudades para conocer los profundos cambios que se han iniciado en los últimos veinte años, y el medio adecuado para imaginar nuevas políticas para poblaciones mayoritariamente urbanas que afronten los desafíos de la crisis, y para dar un nuevo contenido a la democracia. Es de señalar que la población europea ya se concentra en casi el 80% en ciudades. En el 2030 el índice de población mundial que vivirá en ciudades será el 60%, y llegará hasta el 85% en América Latina, el 55% en Asia y el 54% en el continente africano, según el informe ONU-Habitat del año 2008.
b- La globalización se asienta en el sistema de ciudades: La sociedad mundial, y especialmente la europea, es un sistema de ciudades y áreas o regiones metropolitanas. Las ciudades no sólo producen los flujos que recorren el mundo sino que son las mismas ciudades las que se constituyen en los nodos de infraestructuras y servicios por los que pasan estos flujos. Las ciudades son los nodos de la red de las interdependencias económicas, sociales y culturales que constituyen la globalización. Es por ello que las buenas prácticas de la innovación urbana son susceptibles de globalizarse rápidamente entre las ciudades.
c- La ciudad es punto de encuentro. Lo fundamental es el hecho de que en las ciudades se produce el proceso de heterogeneidad social y cultural, y el mayor intercambio de información y conocimientos que constituyen la base para la creatividad y el fomento del talento. Es en la ciudad, en sus áreas centrales, en los barrios, en los centros de trabajo, en los mercados y eventos deportivos, donde se encuentran los ciudadanos de distinta procedencia profesional, cultural y social. El desarrollo de valores, que conducen al conflicto o la convivencia y la creatividad entre personas y culturas, se produce y difunde en las ciudades y depende de las características de su estructura social y de su despliegue en el espacio urbano.
d- La economía del conocimiento requiere un entorno urbano. Las ciudades y las áreas metropolitanas son las que proporcionan el entorno de empresarial y de servicios avanzados para que las empresas de la nueva economía en red puedan funcionar. Por otra parte la innovación productiva y la difusión tecnológica requiere una amplia e intensa relación entre los actores, Universidad – centros investigadores – empresas – redes ciudadanas, que sólo el ámbito urbano puede proporcionar. Los “clusters” económicos y tecnológicos en los que se organiza la economía red, se configuran espacialmente en el ámbito urbano metropolitano.
e- La Sociedad del Conocimiento se estructura en ciudades culturales y educadoras.  De la educación y la generación de cultura surge fundamentalmente de la densidad y la calidad de relaciones interindividuales que acontecen en los procesos de socialización secundaria de los individuos. Los cambios en los sistemas organizativos están cada vez más basados en las relaciones personales o, mejor dicho, en crear el entorno adecuado para el buen funcionamiento de las redes de relaciones entre las personas. Ciudad educadora y cultural, es aquella que produce el entorno urbano capaz de generar conocimiento y valores de convivencia entre la ciudadanía heterogénea, y proporcionales los elementos culturales y formativos, y las actitudes para posibilitar el desarrollo del talento, la creatividad, en definitiva, el conocimiento y la innovación.
f- El cambio en el modo de gobernación exige una buena gobernanza local. La nuevas y complejas necesidades y desafíos que se plantean los distintos sectores de la ciudadanía requiere por una parte la articulación de recursos públicos y privados, y una ciudadanía responsable y activa que cooperen en el hacer ciudad. La gestión de las interdependencias, entre los diferentes actores y sectores de la ciudadanía, y la articulación de recursos económicos y humanos en estrategias compartidas, necesita de  la proximidad y calidad de representación democrática de los gobiernos democráticos de la ciudad. Fortalecer la democracia en nuestros días significa hacerla más local. Democracia en la sociedad info-global es hacer y fortalecer el gobierno más próximo a los ciudadanos. En opinión de Anthony Giddens, la descentralización del poder político es la condición de la eficacia política por las exigencias del flujo de la información de abajo a arriba y del reconocimiento de la autonomía y las responsabilidades personales y colectivas de quienes se ven afectados por políticas o programas específicos[xvii].
Lo que acontezca en las ciudades es la clave tanto para el desarrollo o la decadencia. Las políticas de reducción del déficit público no deben contraer de manera generalizada toda inversión y actividad, sino que deben priorizar en aquellos sectores de actividad que permitan afrontar de manera más cohesionada la crisis, y afrontar los cambios estructurales en la dirección de una mayor prosperidad económica y social y en el fortalecimiento de la democracia.
Que se opte por una opción o por otra dependerá el escenario de futuro para nuestra ciudadanía. El escenario de contracción nos lleva a agravar la situación de quiebra social y moral y de contención de la economía y sociedad red, puesto que significa: reducción de derechos sociales y políticos, reducción del papel del gobierno y la administración publica y de la democracia, competencia entre pueblos y naciones, incremento de la desigualdad y la descohesión social y fuerte conflicto social, crisis de representación política[xviii].
Por tanto es esencial que en este periodo de crisis las ciudades no se contraigan sino que se transformen. En la dirección de disponer de una organización social que por un lado sea singular, es decir con capacidad de responder a sus características históricas, culturales y sociales, y por otro universal es decir que sea capaz de adecuarse positivamente a los retos del entorno mundial, y al desarrollo de la sociedad red.
3. Ante la crisis las ciudades no deben contraerse sino transformarse: los retos y contenidos de la estrategia urbana
“Sugerir la acción social por el bien público en la City de Londres, es como discutir el origen de las especies con un obispo hace treinta años (J.M. Keynes en 1937).
La estrategia de reorganización social urbana para superar la quiebra social, económica, moral e institucional en las ciudades, y sincronizar la innovación social y de gobernación con los cambios tecnológicos, económicos y sociales, precisa identificar los principales retos o factores estructurantes del “gran resset”[xix] que constituye la actual crisis, y que en cualquier circunstancia van a tener un importante papel en el futuro. Pero no basta con identificar sino que es necesario establecer un posicionamiento estratégico compartido de la ciudad en relación a la dirección y el sentido con los que es preciso abordar dichos retos para construir un escenario o modelo de futuro de la ciudad que sea posible y ampliamente deseable para el conjunto de actores y sectores de la ciudadanía. Los avances comparativos en cohesión social y en competitividad de la ciudad en el futuro dependerán del modo en que ha afrontado los desafíos que plantea la crisis societaria.

En esta dirección, los principales retos de futuro[xx] que deben afrontar las ciudades para superar la crisis societaria son:
1. La inserción en sistemas de ciudades y mega-regiones urbanas: la búsqueda de complementariedad
A medida que aumentan y se liberalizan los flujos internacionales, el territorio, y las ciudades en particular, adquiere mayor valor por su atractivo como lugares de innovación y generación de estos flujos. Por otra parte, las ciudades se organizarán e interactuarán en espacios más grandes que denominamos macro y mega-regiones[xxi], en la que cada ciudad definirá su singularidad y su papel específico.
En este sentido la estrategia de una ciudad debe fijar su posicionamiento en las macro-regiones o mega-regiones que se están configurando, y definir para las diferentes dimensiones de la estrategia de la ciudad (energética, turística, cohesión social, innovación productiva etc.) los diferentes ámbitos territoriales en los que se desarrollará, y en especial las ciudades con las que establecerá una mayor intensidad de relaciones de complementariedad y competencia.
Existen dos grandes modalidades de inserir una ciudad en un sistema de ciudades la competencial y la colaborativa. Las ciudades compiten pero también colaboran. La colaboración entre ciudades para la organización de redes de flujos, y la complementariedad económica y productiva a través de redes de empresas, entidades y gobiernos a nivel internacional y en especial de mega-región es esencial para organizar la economía macro-regional en red, y gestionar estratégicamente, es decir a partir de objetivos compartidos, las interdependencias entre ciudades. El enfoque de complementariedad y organización en red debe prevalecer sobre el enfoque de competencia entre ciudades y territorios, que es el dominante desde los años 80[xxii], y responsable de las fracturas del sistema urbano macro-regional.
En el nuevo enfoque es la cooperación la principal ventaja competitiva de las ciudades y sistemas urbanos, no la competencia entre ellas. En este enfoque, una ciudad con mayor centralidad debe configurar su estrategia territorial para ser un nodo organizativo para que las ciudades y territorios con él vinculados puedan mejorar su cohesión y competitividad interna, y proyectarse con calidad al exterior. La analogía de las nuevas ciudades centrales o metrópolis debe ser el servidor de internet: la condición de acceso y operatividad en la red global. Su valor añadido es el ser el mejor organizador y fortalecedor del juego de los demás, y no el centro que absorbe  los  flujos de las demás ciudades.
Es decir, la estrategia superadora de la fragmentación territorial es aquella que se concibe como un sistema de redes de ciudades con nodos direccionales (tipo sistema de ciudades del Rhin), y no grandes centros que desertizan a los territorios vinculados de sus funciones urbanas (grandes megalópolis americanas).
2. El fortalecimiento de la economía del conocimiento, o la economía en red: cooperación para la competitividad
La economía basada en la creatividad y la innovación que tiene en la información y de manera especial los conocimientos como la principal será la principal fuente de generación de valor añadido. En este tipo de economía basada en la innovación permanente las empresas y entidades sociales necesitan singularizarse en lo que les es propio para así poder innovar, y para ello necesitan un entorno de empresas e instituciones de calidad en el que puedan colaborar, y recibir los bienes y servicios que necesitan para cooperar. Es un tipo de economía que precisa de redes de empresas que, compiten pero sobre todo cooperan para producir bienes y servicios competitivos en la economía macro y mega regional.
La forma en que las ciudades se organizan, sus valores e instituciones, es la clave del comportamiento económico. Se ha señalado que los valores centrados tanto en el lucro a corto plazo, la competencia entre empresas, en un desarrollo exógeno basado en las inversiones foráneas desconectadas del impulso productivo local y, en una débil regulación institucional, no favorecen la creación de redes empresariales, clusters, ni de distritos industriales. El buen funcionamiento de las redes de empresas requiere un entorno institucional, de valores, de cultura de la creatividad e innovación, y de una opción estratégica predominante por poner en valor los recursos del territorio.
En este sentido los importantes trabajos de Andrés Rodríguez Posé han puesto en evidencia que no son los clusters o redes de empresas los que generan crecimiento económico, sino que lo realmente importante para el desarrollo y la base para la generación de clusters es la “mayor educación, y las oportunidades de aprendizaje permanente, un uso mejor y más eficiente de los recursos humanos, una mejor adecuación de la inversión en formación e innovación al tejido productivo local y un mayor énfasis en la ciencia y la tecnología”[xxiii].
A similares conclusiones llega Edward Glaeser[xxiv], en relación a su monumental estudio de las ciudades: las razones que llevan a triunfar a las ciudades tienen mucho más que ver con su capital humano y social que con sus infraestructuras físicas, éstas se vuelven obsoletas mientras que una generación inteligente y culta educa a la siguiente.
El entorno institucional, y el papel del gobierno local o regional en la conformación económica y social del territorio, y su papel promotor y de intermediación para generar la economía de redes, resultan clave. Y en especial la vinculación de calidad entre instituciones políticas y económicas por su crucial papel para generar confianza y desarrollo, y fundamentalmente para que haya una socialización de sus beneficios, e impidan su apropiación exclusiva por las élites, que es una fuente de atraso y de improductividad[xxv]. La tesis del premio Nobel de economía Douglass North es: “las instituciones forman la estructura de incentivos de una sociedad, y por tanto, las instituciones económicas y políticas son los determinantes esenciales del desarrollo económico”. Las instituciones inclusivas son claves para la generación de confianza que es la base para la cooperación y el desarrollo[xxvi].
3. Prioridad generalizada a las políticas sociales y la economía verde
La reducción del déficit en las haciendas públicas debe permitir las inversiones, puesto que sin inversión no hay desarrollo, que más incidan en el fortalecimiento del futuro de la economía, del progreso social, de la modernización tecnológica y energética, y de la innovación en el modelo de gobernación. Es necesario invertir de manera prioritaria en las ciudades, y hacerlo en innovación, en aquellos sectores productivos y sociales, tanto tradicionales como emergentes, que le puedan asegurar crecimiento a corto plazo, y la generación de mayor valor añadido en el futuro. Dos sectores aparecen como transversales y altamente prioritarios en todas las ciudades: Las políticas sociales y el denominado sector de la economía verde.
Por políticas sociales entendemos todas aquellas que tienen por objetivo específico el desarrollo de las capacidades de desarrollo humano y comunitario, nos referimos a las políticas de inclusión social, educación y salud[xxvii].
Son cada vez más los análisis que muestran que las políticas de distribución social e igualdad son un activo esencial para el desarrollo[xxviii] y es un gran error el considerar que la distribución sólo se puede plantear posteriormente al crecimiento económico porque es un planteamiento que socava las bases del desarrollo.
Los principales argumentos que señalan que las inversiones en políticas sociales son idóneas tanto para afrontar las consecuencias sociales de la crisis como para preparar una salida positiva a la crisis en términos de desarrollo económico y humano son:
Las más intensivas en contratación de personal lo que resultan idóneas para reducir las altas tasas de paro.
Inciden en la reducción de la pobreza y la desigualdad social fortaleciendo los eslabones más débiles de la sociedad reduciendo el peligro de descohesión y fragmentación social.
Capacitan el capital humano preservándolo del hundimiento moral y emocional y la degradación profesional que genera el paro y la desvinculación social, y lo cualifican para asumir los retos educativos y culturales de la sociedad informacional.
Incrementan el capital social. Las políticas sociales orientadas a fortalecer las respuestas compartidas entre el sector público y la sociedad civil favorecen la generación y fortalecimiento de vínculos sociales, y de manera específica de la capacidad de cooperar en objetivos relacionados con el bien común.
Hemos señalado que la educación. La cultura y el capital social son los factores claves, más puestos de relevancia del progreso de las ciudades, y muy en especial en la sociedad informacional o del conocimiento.
Los servicios a las personas son un sector emergente y clave en la construcción de la sociedad del conocimiento, Es decir, como señala Joan Majo[xxix] se trata de un sector económico de futuro.
La inversión en economía verde es otra de las prioridades. La lucha contra el cambio climático es condición para el impulso de inversiones modernizadoras del tejido productivo que impactan en la calidad de vida de las personas, y en la sostenibilidad ambiental. Es preciso un New Deal Verde[xxx] que nos proporcione más empleo, seguridad energética e innovación tecnológica a medio plazo, y garantice un futuro sostenible para la calidad de vida humana. Las ciudades denominadas de un modo publicitario como ciudades inteligentes o smart cities, son aquellas que usan intensivamente las tecnologías de la información y comunicación para mejorar la sostenibilidad y la calidad ambiental y de vida. La clave estratégica de una ciudad es si simplemente aplica las TIC, y no cambia la organización urbana, o bien se reorganiza adecuadamente para aprovechar lo más eficientemente posible las oportunidades económicas, de sostenibilidad, y de calidad de vida que aportan las TIC. Las ciudades que realizan esta segunda opción son las denominadas ciudades inteligentes, que plantean una reorganización de los sistemas urbanos basados en tres grandes principios: transversalidad, relaciones multidireccionales, y retro alimentación.
4. La cohesión y la igualdad social motores del  desarrollo económico
Por políticas de cohesión social en sentido restrictivo se entienden aquellas que tienen por finalidad la reducción de los desequilibrios sociales. Aquí nos referimos en su amplio sentido originario[xxxi], es decir como capacidad de mantener unido un “cuerpo” social. Cohesión social será equivalente al capital organizacional de una sociedad, en nuestro caso ciudad, o la capacidad de organización y acción compartida de una ciudad para afrontar los desafíos que se ha planteado. En este sentido una ciudad cohesionada se caracterizará por disponer de una visión de futuro altamente compartida, con un sentimiento de pertenencia a la misma en el que las diferencias entre los sectores sociales y económicos se consideran positivas, y desarrolla relaciones de colaboración asociativa y entre ciudadanos en diversos ámbitos: trabajo, escuelas, barrios. Ahora bien una condición indispensable, aunque no suficiente para la cohesión social, es la igualdad de oportunidades vitales entre personas independientemente del entorno territorial y social en el que habitan.
La cohesión social así entendida es motor de desarrollo económico porque es capaz de poner en valor los recursos de una ciudad, y hacerlo con eficiencia por las relaciones de cooperación y confianza que generan, que constituye la actitud básica, “animal sprits” según John M. Keynes, para el desarrollo económico.
El incremento de la desigualdad producido, desde la década de los 80, en toda el área de la OCDE[xxxii] es descohesionadora y ha incidido en la generación de la crisis económica. Como señala Zygmut Bauman “el tramo más débil es el que decide la suerte del puente entero”[xxxiii] quienes midan la resistencia de los puentes por la fuerza promedio y no tengan en cuenta la amplitud de sus partes más débiles hacen un cálculo erróneo de su resistencia. La permanencia y, aún más, el incremento de las desigualdades quiebra la ciudad e impide que se afronten los retos de manera compartida.
La conclusión del premio Nobel de economía Joseph Stiglitz es que la desigualdad erosiona la identidad del país. Para él las reglas de juego limpias, la igualdad de oportunidades y el sentido de comunidad son interdependientes, y son los principales factores de quiebra social[xxxiv]. En la misma dirección opinan Raghuram Rajan[xxxv], y Kenneth Rogoff[xxxvi]; para este último la desigualdad es el gran comodín, en la próxima década, de crecimiento económico global. Las políticas de redistribución de la renta e igualdad de oportunidades consistentes en invertir en capital social y humano, en garantizar la accesibilidad de todos a los servicios de bienestar social, salud y educación, la redistribución a partir de las reformas fiscales, no sólo incrementan la demanda que hace mover la economía productiva, sino que también, y más importante constituye la base del capital social y organizacional que hace que tanto la economía y la sociedad funcionen.
5. Un acuerdo de ciudadanía para la transmutación de valores y el sistema de percepción y acción de la ciudadanía (SPRC)
El premio Nobel de economía Douglass C. North tiene muy claro el papel de los valores y las creencias en el desarrollo económico y social: “Para lograr una reforma exitosa, tanto las instituciones como los sistemas de creencias deben cambiar, ya que son los modelos mentales de los actores los que dan forma a las decisiones”[xxxvii]. En efecto, el tema de los valores no es ni baladí, ni retórico, al contrario de lo que acostumbra a considerarse, los valores constituyen uno de los modos principales a partir del que se conoce el medio o entorno en el que actúan las personas, y el que más influye en la acción humana. Es decir, la acción social y urbana se inserta un conjunto de valores e instituciones, que condicionan el modo de actuar y el significado que tienen las acciones para las personas y los actores económicos, sociales e institucionales. El medio social es aprehendido por los sentidos, y se percibe a través de conceptos, valores y creencias, y de este modo se forman los significados que condicionan la acción. A su vez, a través de la acción transformadora, y el cambio en el medio se conoce mejor esté, y se incide en él mismo. Las circunstancias generan los valores y creencias, del mismo modo que estas determinan la percepción de dichas circunstancias y la acción en ella. El que dominen más las circunstancias o las creencias dependerá del contexto global; si nos encontramos en una etapa de crisis, es decir de inadecuación entre los cambios en el medio y su percepción a través de valores y creencias, es el momento en que el cambio o la transmutación de valores y creencias es más factible.
La relación entre el conocimiento del medio urbano y el sistema de percepción y acción de la ciudadanía se expresa en el siguiente esquema[xxxviii]:

La actual crisis pone en evidencia la nefasta influencia, tanto de los valores individualistas basados en el consumo y lucro personal de la ideología neoliberal y mercantilista, como el hedonismo individualista y el relativismo moral de determinadas posiciones de una izquierda muy ideológica[xxxix] Es el momento de generar unos valores que por un lado cohesionen socialmente las ciudades, e inviten a la responsabilidad ciudadana, y a su compromiso activo con la sociedad. Es cierto que a través de los valores se llega fácilmente al conflicto social entre conservadores y progresistas, entre “ismos” de diferentes ámbitos. Pero en la actualidad, la estructura de clases ha cambiado notablemente, las desigualdades se han agrandado desde los 80, la vulnerabilidad social y la pauperización afecta al más amplio tejido social, y la vivencia acorde con la ideología basada en los valores hedonistas-lucrativos sólo afectan al 1% de la población[xl], lo que hace posible un gran acuerdo social en pocos valores pero claves, que abarque desde los partidarios de la doctrina social de la iglesia católica hasta la izquierda más social.
Los valores del nuevo bloque social son aquellos que favorecen la densidad de las interacciones humanas, es decir los valores que permiten que una sociedad en el más amplio proceso de individualización sociológica no caiga en el individualismo moral, sino que al contrario favorezcan la creatividad, el conocimiento y la cohesión social: respeto a la diversidad y tolerancia ante las creencias, convivencia, solidaridad e igualdad de oportunidades.
El fortalecimiento y la difusión de estos valores debe ser fruto de un amplio pacto social en las ciudades para dar una intencionalidad educativa a todo lo que acontezca en la ciudad en términos de conocimiento, convivencia y cohesión social. El instrumento ya ha sido inventado: es la práctica social de las ciudades educadoras, que debería salir claramente del ámbito de la enseñanza para ser un eje fundamental y transversal de la estrategia urbana general[xli].
6. Cohesión urbana para generar creatividad y capital social
En una sociedad del conocimiento, uno de los factores clave es la disposición del talento para la creatividad e innovación, y lo será más en el futuro. A partir de aquí, las ciudades optan por estrategias distintas: unas por atraer talento externo, otras por generar talento a través de una formación educativa elitista, otras optan fundamentalmente por la generación de capital social creativo. Si bien estas alternativas no son excluyentes en una ciudad, la estrategia de la ciudad debe optar mayoritariamente por una de ellas. Y para superar la quiebra social debe ser necesariamente la tercera.
La estrategia urbana para generar capital social creativo de manera endógena y cohesionadora, tiene, como hemos señalado, dos grandes dimensiones a tener en cuenta. La que se refiere a generar las condiciones del medio urbano: contexto físico, económico y social, en las que se las interacciones y relaciones entre las personas y actores sociales, para que estas favorezcan tanto la densidad de interacciones y la creatividad. Y la segunda dimensión, necesariamente articulada con la anterior, se dirige a incidir en el Sistema Percepción Reacción de la ciudadanía, tal como hemos señalado anteriormente, para fortalecer los valores relacionados con la creatividad y una actitud de responsabilidad y compromiso con la ciudad que ponga en valor los recursos del medio urbano.

En este apartado nos referiremos a la ordenación del medio urbano necesario para favorecer una creatividad compatible con la generación de cohesión social y urbana. El urbanismo de una ciudad postcrisis sin duda romperá definitivamente con el urbanismo funcionalista desarrollado en Europa y EEUU a partir de la finalización de la denominada II guerra mundial. La lucha contra el cambio climático por un lado, y la opción por una ciudad del conocimiento y la creatividad, que debe intensificar las más diversas relaciones tanto entre sectores económicos y sociales como entre personas, condicionan una deseable evolución hacía un modelo más compacto de ciudad.
En base a esta tesis, los contenidos de la buena ordenación urbana favorecedora de la creatividad siguen las directrices sobre sostenibilidad, creatividad y cohesión social y territorial vigentes en la Unión Europea y en particular en la Estrategia Territorial Europea, en relación a la ordenación del territorio[xlii]. Los criterios de ordenación prioritarios son:
1.   Densificación urbana razonable[xliii] que facilite las interacciones entre personas y constituya la “masa crítica necesaria” para justificar la eficiencia de la inversión en infraestructuras públicas de transporte, en el ciclo del agua, en el tratamiento de residuos, etc., y en equipamientos (como escuelas, instalaciones deportivas, sociales, etc.). Una opción clara de densificación urbana frente a la urbanización dispersa.
2.   Entender la ciudad en su conjunto como un espacio público de calidad, como diría Oriol Bohigas, una ciudad bien comunicada en que todos los territorios sean lugares significantes para los ciudadanos que en ellos viven y trabajan.
3.   Disponer del máximo de espacios urbanos con densidades razonables, con diversidad de usos del suelo y mezcla de población. Es decir, avanzar hacia una ciudad más compacta y heterogénea, en que se multiplican las interacciones diversas y significativas para las personas que interactúan. Se trata de multiplicar al máximo la velocidad de conexiones y el establecimiento de vínculos entre las personas.
4.   Generación de enclaves de economía del conocimiento. Espacios con calidad y diversidad de equipamientos y servicios, altamente accesible y dotados de simbolismo cultural, en la que exista una mezcla de usos de la producción basada en el conocimiento, y en especial la industria cultural, y para residencia de tipología profesional y social diversa. Es clave el diseño de espacios públicos para el encuentro e intercambio entre personas de procedencia variada.
5.   Revitalización de los centros y lugares históricos a través de la cultura, la industria cultural y de la industria y servicios avanzados en general.
6.   Articular progresivamente la ciudad a través de una oferta cultural y social de calidad. En especial favorecer el sentimiento de pertenencia a la ciudad y los barrios, mediante la generación de simbolismo conectado con el patrimonio educativo y cultural.
Asimismo, en este medio urbano para favorecer el capital social creativo también será necesario:
7.   Incrementar desde el gobierno local y la sociedad civil el máximo de interconexión de redes locales e internacionales, para enriquecer lo local, y darle singularidad en la cultura universal.
8.   Fortalecer la apropiación ciudadana del patrimonio y bienes culturales de la ciudad. Mediante la oferta cultural en el espacio público abierto, garantizando el acceso universal a los bienes y equipamientos culturales, y desarrollando talleres que amplíen y fortalezcan las capacidades creativas de toda la población. Es muy importante generar una actitud abierta en la ciudadanía que le permita identificar en la ciudad la “serendipia” (más conocida por el término inglés “serendipity”) es decir saber reconocer un hallazgo inesperado, que puede tener un gran valor.
9.   Promover las relaciones entre creatividad e inclusión social, es decir, el uso de las artes y la expresión artística como medio de activación, rehabilitación e inserción social de las personas y grupos sociales. Es decir “hay que socializar la cultura y culturalizar las políticas sociales”.
10. Prestigiar y reconocer la creatividad y el talento, tanto el externo como, y sobretodo el interno, en todos los ámbitos profesionales y de la vida cotidiana.
A la baja densidad de la planificación funcionalista se opone la densidad razonablemente alta de la planificación compacta actual. Con la segregación social y de usos del suelo contrasta la polivalencia o mezcla de población y de usos actual. Del predominio del coche privado a la prioridad del ir a pie y bicicleta y transporte público no contaminante. Al abandono del centro histórico funcionalista y la creación de “new towns” a la revitalización actual del centro histórico y nuevas centralidades urbanas en las antiguas periferias.
7. Nueva relación gobierno, sociedad civil y ciudadanía: La gobernanza democrática
La crisis hace imprescindible avanzar hacía un nuevo modo de gobernar que denominamos gobernanza democrática, para poder tener mayores resultados con menores recursos; y para ello no se trata de mejorar lo que hacen sino en hacerlo diferente. La gobernanza considera que la ciudad es una construcción colectiva, y por tanto la principal tarea del gobierno es gestionar las interdependencias entre los actores y sectores de la ciudadanía, para abordar los temas y problemáticas urbanas. Esta manera de gobernar afecta muy especialmente la relación entre el gobierno de la ciudad y la ciudadanía, el ciudadano deja de ser considerado un cliente o usuario de las carteras de servicios públicos, para considerarlo un sujeto activo en el hacer ciudad, y comprometerlo cívicamente en ella,
En el contexto actual de reducción de gasto público y de crecimiento exponencial de necesidades y retos sociales, económicos y tecnológicos el continuar con la misma manera de gobernar es un despropósito. En efecto, por mucho que se gane en eficiencia, el papel del ayuntamiento como simple proveedor de servicios financiados con fondos públicos, y que considera al ciudadano en la faceta de cliente o usuario, sólo puede llevar a la pérdida de importancia y deslegitimación del papel del ayuntamiento, al dejar este de asumir las tareas políticas de hacer frente a la crisis, y de reiniciar un nuevo desarrollo social y económico. Además esta crisis, es una crisis estructural, que conlleva un gran cambio, y por tanto no se puede gestionar lo nuevo con instrumentos que han caducado. Nos encontramos, como señala D. Innerarity[xliv], ante un agotamiento de la jerarquía como principio ordenador de las sociedades; los sistemas complejos de la sociedad del conocimiento, no pueden ser gobernados desde la simplicidad de un vértice jerárquico. Una ciudad compleja y reticular exige gobernanza relacional, es decir un modelo de gobernación basado en procedimientos cooperativos y participativos entre agentes públicos y privados, caracterizados por la regulación, la horizontalidad y la operatividad de la gestión en red.
Es precisa una nueva gobernanza local capaz de cohesionar y revitalizar la ciudad en la adversidad, y desarrollar las capacidades para conseguir seis  objetivos clave:
Dotar a la política local de un innovador protagonismo político y democrático.
Multiplicar el impacto de los recursos públicos.
Mejorar la cooperación de los actores económicos y sociales de la ciudad en proyectos concretos desarrollados en red.
Reorientar los sistemas de participación ciudadana desde la consulta y deliberación al compromiso cívico de la ciudadanía en el hacer ciudad.
Motivar y canalizar la colaboración a los profesionales de la administración en la creación de un marco institucional que genere confianza, y conseguir el compromiso cívico de la ciudadanía.
Desarrollar un renovado liderazgo local representativo y relacional para lograr una reacción positiva de la ciudad ante la adversidad (resiliencia) y afrontar con un proyecto estratégico compartido y realista, los cambios económicos, sociales, tecnológicos y de gobernabilidad que conlleva la crisis, y de los que depende su progreso económico y social y su competitividad futura.
Ante la imposibilidad de que desde la administración pública se pueda satisfacer las crecientes y complejas necesidades de la población, se puede optar por reducir la responsabilidad de la administración pública y de la política, y dejarla en manos del mercado y de los sistemas de asistencia benéfica, o bien entender que la responsabilidad de la política democrática consiste en fortalecer y articular la sociedad civil para dar una respuesta sinérgica basada en la cooperación institucional y público-privada, que sea capaz de activar el compromiso cívico de la ciudadanía. Es decir, no se trata de abandonar los desafíos sociales y económicos de la ciudad sino de fijar objetivos compartidos para toda la “polis” o ciudad, asumiendo el gobierno representativo el liderazgo promotor y vertebrador de la cohesión social para afrontar dichos retos. Es evidente que esta nueva manera de gobernar va más allá de la simple gestión de las interdependencias entre el sector público y privado (gobernanza en sentido estricto) puesto que involucra al conjunto de la ciudad y a su ciudadanía, y requiere liderazgo democrático, rendición de cuentas y transparencia y profundo desarrollo institucional. Es decir, el nuevo modo de gobernar deberíamos denominarlo, como señaló Joan Prats[xlv], gobernanza democrática.
Estas son las principales claves para una estrategia urbana de superación de la quiebra social, moral, institucional y de gobernación que está en el origen de la crisis financiera:

Llegados a este punto deberíamos responder a ¿Cómo la gobernanza multinivel puede abordar estos temas? ¿Qué ejemplos tenemos de ello en ciudades?. Y muy en concreto ¿Cuál es el papel del gobierno local? ¿Y las empresas, el tercer sector, los movimientos sociales y vecinales?. Hay que identificar quiénes son los actores y cuál es su papel en una estrategia centrada en la generación de creatividad, complejidad y convivencia y en afianzar la representatividad democrática. Es decir, los actores en una estrategia como la del roble, que se hace fuerte generando biodiversidad. Es la estrategia de la colaboración y el enriquecimiento mutuo. Una estrategia, la del roble, que se opone a la mera contracción del déficit público por reducción del gasto y de la inversión social, insensible a las necesidades de la ciudadanía y sociedad civil en general, y que busca reducir las capacidades de los gobiernos de proximidad a la ciudadanía, y de sus representantes políticos; una estrategia que denomino del eucalipto, porque mata a todo lo que hay alrededor, provoca un desierto para sólo beneficiarse él (¿Quiénes son “él” en nuestra sociedad?). Esta es la estrategia del aislamiento y de la pauperización relacional y ambiental. Todo esto lo dejaremos para un nuevo artículo.
[i] Movimiento de ciudades y regiones de entidades profesionales de África, América Europa que promueven la gobernanza democrática territorial
[ii] Ver Josep Mª Pascual Esteve. “La crisis societaria 2007-201?” “Gobernanza: Revista para la Cultura Democrática” nº 24. Octubre 2011.
[iii] Ver por ejemplo el reciente estudio de la OCDE (2011): Seguimos divididos: ¿Por qué aumenta la desigualdad?
[iv] Bauman, Z. Tiempos líquidos (Barcelona, ed. Tusquets, 2007).
[v] Durkkheim, E. El suicidio (múltiples ediciones, primera edición 1897).
[vi] Lipotevesky, G. La sociedad de la decepción (Barcelona, ed. Anagrama, 2009).
[vii] Así por ejemplo el estado español en el año 2007 tenía un superávit del 2% del PIB y una deuda del 36% sobre PIB,  mientras la eurozona tenía de promedio un déficit del 0,7% y una deuda del 66%. En el 2009 el déficit español se situaba en el 11%, y la deuda el 55,3%, mientras el promedio de la eurozona fue respectivamente del 7% y 79%. Los niveles de deuda del estado español es en los inicios del 2012 del 60% mientras Alemania es del 83%. Estos datos muestran que la crisis es la causante del déficit y la deuda, y no a la inversa.
[viii] Ver Estefanía, J. La economía del miedo. (Barcelona, ed.Galaxia Gutenberg, 2011).pags 9 a 25.
[ix] Ver Krugman, P. ¡Acabad ya con esta crisis! (Madrid, ed. Critica, 2012), pags. 121 a 163.
[x] Esta es la opinión mayoritaria de los analistas de la crisis. Ver, por ejemplo, Estefanía, J. La economía del miedo. Ob.cit. pag. 161 y ss.
[xi] La incidencia de los estados nacionales en la U.E. consiste en hacer valer los intereses de sus países en la U.E. y en instrumentar las decisiones acordadas en el interior de sus territorios, aunque por el momento se han comportado como unos meros aplicadores de la política económica decidida por el gobierno europeo más poderoso: Alemania, a través del Banco Central Europeo y el consejo de ministros de la U.E.
[xii] Estas recomendaciones gozan de un amplio consenso a nivel europeo, sólo roto por el gobierno de la Sra. Merkel, y el de su aliado el Sr. Sarkozy. La misma presidenta del FMI, la Sra. Lagarde, ya ha señalado que a los mercados les preocupa más la falta de crecimiento que los déficits públicos de los estados europeos. Para resolver la crisis europea la presidenta del FMI identificó tres pasos: “un mayor crecimiento, un cortafuegos más potente (emisión conjunta de deuda europea o eurobonos), y una mayor integración” (El País 24-1-2012).
[xiii] Las medidas europeas para la crisis griega en la primavera del 2011 dependían fundamentalmente de las elecciones de Land Renania del Norte- Westfalia. Ver Borrell, J. y Missé, A., en La crisis del euro. (Madrid, ed. Turpial, 2012), pag. 63 y ss. Ver también Estefanía, J. La economía del miedo (Barcelona, ed. Galaxia Gutenberg, 2011).
[xiv] Economía informacional o economía red es un concepto acuñado inicialmente por Manuel Castells, y luego ampliamente difundido y adaptado por otros autores. También se ha denominado economía del conocimiento, info-global, etc.
[xv] Así, por ejemplo, la nueva economía se basa en la innovación constante, en la transformación de la información, en conocimiento como fuente de valor añadido, en la disolución de las barreras a los flujos de intercambio de información, financieros, de mercancías y personas entre las ciudades y áreas metropolitanas del planeta. Esta exigencia en la innovación permanente conduce a que las empresas deben centrarse en lo que les es propio y singular y establecer las complementariedades con otras empresas. Significa la organización de las interdependencias entre las empresas e instituciones de los diferentes ámbitos económicos, así como de las interdependencias entre investigación-producción-distribución y formación. Las empresas y los sectores se necesitan entre ellos. En la economía red, la competencia, que segrega y aísla a las empresas y sectores productivos, no es competitiva. La competitividad económica exige la organización de los sectores en redes productivas o clusters. La competitividad, en la sociedad red, no debe entenderse tanto como competencia o pugna sino más bien como cooperación. La generación de capital social, es decir la capacidad de respuesta compartida a retos económicos y sociales emergía como la principal ventaja competitiva de las naciones y regiones.
[xvi] Ver Romero, J. “Ciudadanía y Democracia: El malestar urbano y la izquierda posible hoy en Europa” en Biblio 3 W, Universidad de Barcelona, Junio de 2011.
[xvii] Giddens, A. “Un mundo feliz: El nuevo contexto político”, en Defensa de la Sociología. Madrid, Ed. Alianza, 2000. (Pág. 79 a 94).
[xviii] Ver entre otros, Observatorio Metropolitano. La crisis que viene (Madrid, ed. Lemur, 2011) V Navarro y otros Hay Alternativas (Barcelona, 2012) Todorov, T. Los enemigos íntimos de la democracia (Barcelona, ed. Galaxia Gutenberg, 2012).
[xix] Denominación acuñada por Richard Florida para identificar los  cambios estructurales que comporta la crisis económica.
[xx] Esta reflexión tiene como base los trabajos realizados entorno al plan estratégico de Santander para definir su visión de futuro, y la aportación realizada en un trabajo colectivo. Ver: Peña JM. y Varela, A. Retos de la acción de gobierno para las ciudades del siglo XXI (La Coruña, Eixo Atlántico do Noroeste Peninsular, 2012).
[xxi] Ver Florida, R. Las ciudades creativas (Barcelona, ed. Paidos, 2009)
[xxii] Un enfoque clásico de la competencia entre territorios es el trabajo de Porter, M. The competitive advantage of nations. (London, ed. Macmillan,1998)
[xxiii] Rodriguez-Pose, A. y Comptour, F. “¿Son los clusters la solución?” en VVAA Territorios innovadores y competitivos. (Madrid, ed. Marcial Pons- Instituto Vasco de Competitividad, 2011), pag.113 y ss.
[xxiv] Glaeser, E. El triunfo de las ciudades. (Madrid, ed. Taurus,2011)
[xxv] Esta es la tesis de: Acemoru, D. Robinson, J. Why nations fail: the origins of power, prosperity and poverty. ( London ,ed. Profile Books, 2012)
[xxvi] Ver Douglas, N. “El desempeño económico en el transcurso de los años”. Conferencia al recibir el premio nobel el 9 de Diciembre de 1993.
[xxvii] No nos referimos necesariamente a las de asistencia sanitaria, puesto que la prevención, las actividades saludables y en especial el deporte entendido como salud e inclusión social tiene unos efectos mayores en la salud que la asistencia.
[xxviii] Ver por ejemplo las argumentaciones del excelente libro de Arias, X.C. y Costas, A. La Torre de la Arrogancia (Barcelona, ed. Ariel, 2011) pags. 245 a 298.
[xxix] Majo, E. No m’ho crec (Barcelona, ed. La Magrana, 2009) pags. 108 y ss. J. Majo señala otros sectores con importante futuro, entre ellos la reconversión del sector transporte y el automóvil en particular, y las infraestructuras en telecomunicaciones y tecnologías de información y comunicación, así como las inversiones en I+d+i.
[xxx] Expresión de T. Jackson en Prosperidad sin crecimiento: Economía para un planeta finito. (Barcelona, ed. Icaria, 2012).
[xxxi] Cohesión es un término que procede de la física y se refiere a la unión de las moléculas de un cuerpo a partir de distintas variables.
[xxxii] Ver informe OCDE (2011): “Seguimos divididos, ¿Por qué la desigualdad sigue?”
[xxxiii] Bauman, Z. Daños colaterales. Las desigualdades en la era global. (Madrid, ed. F.C.E., 2011) pag. 9 a 18.
[xxxiv] Stiglitz, J. “Del 1%, por el 1%, para el 1%” en http//puntsdevista.wordpress.com/2011/04/13.
[xxxv] Raghuram Rajan es ex economista jefe del FMI, y profesor de finanzas en la Escuela Booth de Chicago. Ver “Cómo la desigualdad social alimento la crisis” en www.project-syndicate.org (2010)
[xxxvi] Kenneth Rogoff, fue también economista jefe del FMI, y actualmente es profesor de economía y políticas públicas en la Universidad de Harvard, es coautor de un imprescindible libro sobre las crisis financieras: Otra vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera (Madrid, ed. FCE, 2011). Ver la cita en “El comodín de la desigualdad” en www.project-syndicate.org
[xxxvii] Ver D. C. North, ob. cit. pag. 7
[xxxviii] Ver Pascual Esteve, JM. y Pascual Guiteras, J. en El papel de la ciudadanía en el auge y la decadencia de las ciudades (Valencia, ed. Tirant Lo Blanc, 2011).
[xxxix] Ver Judt, T. Algo va mal (Madrid, ed. Taurus, 2010) pags. 88-94.
[xl] Ver artículo de Stiglitz anteriormente citado.
[xli] Esto es lo que ha hecho la ciudad de Granollers (Catalunya, España), que en su Plan Estratégico General resume la visión de futuro de la ciudad como “ciudad educadora” (www.granollers.cat).
[xlii] Estos criterios identificados por quién suscribe están basados  y son coherentes con no pocos autores, pero son de destacar. Ascher.F., Borja, J., Busquets, J., Farinós, J., Llop J.M. y Romero, J.
[xliii] La densidad humana y de vivienda razonable dependerá de cada ciudad: su morfología, las condiciones físicas y de suelo.En especial, del número de población, de las densidades actuales, etc. En una ciudad mediterránea de tamaño entre 500mil y un millón de habitantes un estándar adecuado puede situarse alrededor de 50 viviendas por hectárea.
[xliv] Innerarity, D. La democracia del conocimiento. Por una sociedad inteligente. (Barcelona, ed. Paidós, 2011) pags. 242 y ss.
[xlv] Ver Prats, J. De la burocracia al management, del management a la gobernanza. (Madrid, INAP, 2005) pags.

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