Machismo, violencia… y actuación policial.

¿Cómo se puede convencer a un hombre de que la violencia sólo hace daño, que no puede considerar a la mujer un animal de su propiedad? ¿Qué parte de culpa tienen la comunidad que le rodea, que piensa que la paliza es la forma de salvar una humillación?
¿Cómo se puede convencer a un gobierno de que la violencia salvaje como método sólo produce dolor, desesperación y deseo de venganza? ¿Qué parte de culpa tienen los teóricos que entienden que la fuerza es la única razón de política internacional?
¿Cómo se puede convencer a un activista de que la muerte deslegitima cualquier opción política? ¿Qué parte de culpa tienen todos aquéllos que lo consideran un héroe?
No sé quién puede ser más inhumano, el desequilibrado que borracho golpea a su familia, el equilibrado que en nombre de la justicia ordena un bombardeo, o el idealista que pretende que el camino a un mundo mejor hay que sembrarlo de tumbas. La violencia puede ser parte de la condición humana, pero al mismo tiempo es lo que más nos aleja de la condición humana, de la dignidad humana.
Este artículo acababa aquí, y era una reflexión sobre la irracionalidad de la violencia y la esencia común de los diferentes tipos de violencia. Pero estos días han sucedido en Barcelona unos hechos impropios de una democracia: la policía ha actuado brutalmente contra una manifestación de estudiantes universitarios, repartiendo porrazos de forma indiscriminada contra manifestantes, periodistas y todo el que pasaba por allí. Las imágenes de televisión muestran unos policías dominados por la ira, golpeando para castigar, para hacer daño. Sí, estamos en una democracia y los medios de comunicación han dado amplia cobertura del asunto. Pero es una democracia bastante imperfecta cuando las fuerzas de seguridad no tienen la formación suficiente para saber los límites de su actuación. En estos sucesos se muestra también la inmadurez política de los gobernantes, que no reaccionan respondiendo a la realidad, sino en función de sus condicionantes corporativos, de partido y de poder.
¿Resultados? El inmediato, el daño físico que se ha hecho. De cara al futuro, la conversión a la violencia de unos cuantos estudiantes. Y de fondo, la sensación de tener una policía poco preparada y unos responsable políticos manifiestamente mejorables.

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