PLD vs. PRD: elección con un voto cantado
Autor: Carlos Malamud
Profesor de Historia de América. UNED (España)
Reflexiones sobre las elecciones presidenciales dominicanas
El resultado provisional de la elección del domingo pasado en la República Dominicana confirmó lo que casi todas las encuestas señalaban y casi todos los dominicanos estimaban probable, el triunfo del candidato oficialista Danilo Medina. Según los resultados oficiales provisionales, escrutado más del 99% de los votos y a falta de contabilizar 129 colegios electorales, el PLD (Partido de la Liberación Dominicana) obtuvo el 51,24% por ciento de los sufragios y el PRD (Partido Revolucionario Dominicano) un 46,93%. Por su parte, los partidos minoritarios se distribuirían el 2% restante.
Era un resultado que prácticamente todo el mundo daba por seguro menos Hipólito Mejía, que en la misma noche del domingo se lanzó a deslegitimar el triunfo de sus oponentes. En efecto, el ex presidente de la República y candidato del opositor PRD venía insistiendo desde hace bastante tiempo en que poseía encuestas que le daban la victoria y en la idea de que sólo podría ser derrotado mediante el fraude y gracias a una descarada intervención del aparato gubernamental.
Con esos antecedentes sobre la mesa no ha extrañado su denuncia de fraude y sus duras críticas a la Junta Central Electoral (JCE). Mejía argumentaba que según sus datos el PRD sería el justo ganador de la contienda. Por eso, amenazó con dirigirse al pueblo una vez que cotejara las actas electorales en poder de su partido con los resultados hechos públicos por la JCE. Sin embargo, contrasta su demora en la compulsa de las actas con la rapidez en el conteo de que hizo gala la JCE.
En este sentido, es importante mencionar la valoración positiva de los comicios que hicieron la mayoría de los observadores internacionales, especialmente Daniel Zovatto, director para América Latina de IDEA Internacional. Éste último pidió al candidato derrotado que reconociera los resultados de la JCE. Por lo general los comentarios de los observadores internacionales incidieron en las mejoras efectuadas en los procedimientos y los mecanismos electorales, aunque denunciaron pequeños fallos, como las dificultades de acceso a los lugares de votación para los minusválidos.
Frente a la actitud de Mejía, Guillermo Moreno, candidato del Partido Alianza País, que con menos del 1,5% de los votos, se colocó en la tercera posición, reconoció rápidamente el triunfo de Danilo Medina. También señaló que pese a la compra de votos y al uso de los recursos del estado en respaldo del candidato oficialista, las elecciones transcurrieron de forma organizada y que la JCE transmitió a tiempo los resultados.
Tras los comicios es posible extraer algunas conclusiones provisionales. En primer lugar, se cumplieron los temores de algunos sectores importantes del PRD, especialmente los menos conservadores, de que Hipólito Mejía no era el mejor candidato a presentar. Por un lado por el penoso recuerdo que dejó tras su paso por la presidencia entre 2000 y 2004, a tal punto que fue el único presidente latinoamericano que durante su mandato modificó la Constitución para ser reelegido pero fue derrotado en las urnas. Por el otro, por haber introducido en su momento importantes líneas de fractura dentro del propio partido.
Segundo, la concentración del voto en torno a los candidatos de las dos principales agrupaciones impidió la realización de una segunda vuelta. En esta ocasión los dos partidos mayoritarios encabezaron alianzas con otros partidos o grupos afines. El caso del PRSC (Partido Reformista Social Cristiano), que apoyó a Medina, fue uno de los más destacados, ya que obtuvo casi el 6% de los votos. Es más, si como ocurrió cuatro años, atrás el PRSC se hubiera presentado en solitario a la primera vuelta, con toda seguridad hubiera sido necesario convocar a una segunda y definitiva votación.
Tercero, el papel jugado por la actual primera dama, Margarita Cedeño, compañera de fórmula de Medina, fue decisivo para el triunfo del oficialismo y para que la actual administración se volcara en apoyo de la candidatura peledista. En este sentido la República Dominicana no se libra de lo que es una tendencia bastante extendida en buena parte de la región: el peso de los cónyuges presidenciales como continuadores de la labor de sus parejas.
Por último, habría que destacar lo señalado por algunos observadores internacionales en lo relativo a la mejora conocida durante la votación y al recuento posterior. Si bien no se eliminaron todos los mecanismos perversos del pasado sí ha habido avances considerables. De todos modos, los desafíos del nuevo presidente para mejorar las condiciones de vida de los dominicanos y disminuir las enormes tasas de desigualdad y pobreza son ingentes.
Autor: Carlos Malamud
Profesor de Historia de América. UNED (España)
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