Autor: Manuel Calbet
¿Cómo saldremos de la crisis? Si pensamos que la causa profunda de la crisis social y económica es el predominio de una escala de valores equivocada, cualquier solución meramente técnica, económica o política será superficial y nos abocará irremediablemente a una nueva crisis.
Estamos reclamando a personas y organismos que detentan los poderes un comportamiento ético, y es necesaria esta exigencia. Pero al mismo tiempo hemos de pensar que los que están en el poder no pertenecen a una raza diferente, especialmente malvada, sino que acostumbran a compartir valores con el resto de la sociedad, a ser modelo y reflejo de ella. Nuestra reclamación ha de ser que los poderosos actúen éticamente, y nuestra reflexión establecer las normas éticas que guíen nuestros propios actos. Para instalar los valores éticos en la sociedad, nos hemos de instalar nosotros en los valores éticos.
¿Y cuáles son los valores éticos? Cada cual ha de construir su propio sistema, eso sí, honestamente. No se trata de convencer a nadie, de justificarse elaborando coartadas artificiales para justificar una situación, como el banquero anarquista de Pessoa, capaz de razonar que la mejor manera de oponerse al sistema es acumular riquezas. Se trata de convencerse uno mismo.
Como propuesta, planteo dos elementos iniciales, sobre la base de que somos personas humanas viviendo en sociedad.
El primero, considerar que los otros son personas. No es tan elemental como parece, al contrario, pensemos en lo frecuente que es la tentación al insulto cuando nos enfadamos con alguien. El insulto es la forma más inmediata de despojarle a alguien de su categoría de persona. En España, ETA acaba de declarar que deja de matar, y se espera que empiece un proceso que haga posible la convivencia pacífica. ¿Cómo han de actuar unos y otros?¿Se pueden superar tantos agravios pasados, tantos odios acumulados, tantas cuentas pendientes de saldar? Normalmente se habla de perdón y olvido, pero puede ser difícil obligar u obligarse al perdón, al olvido. Pero si pensamos que aquél que tenemos enfrente no es una fiera animal sino una persona, habremos avanzado bastante.
El segundo, analizar nuestro entorno inmediato, las personas con las que nos relacionamos. Cada persona tiene un entorno de familiares, amigos y compañeros, que algunos entienden como ámbito de seguridad. ¿Nos hemos planteado de qué manera influimos en esta esfera de confianza? ¿Contribuimos a mejorar el grupo y la felicidad de estas personas?
Hay personas que prefieren tomar a Dios o a una utopía como punto de partida. Sin entrar a discutir convencimientos personales, no me parecen buen comienzo, porque tanto la religión como las utopías han motivado masacres. Y si no nos gustan cuando atentan contra las personas, es que estamos poniendo en la persona el valor esencial.
Por último, no creo que esta reflexión personal haya de ser desmovilizadora, previa al interés y la participación en la “res publica”, pero sí simultánea para que tenga solidez.