Autor: Luis Ruano
La reciente nacionalización de YPF por parte del gobierno argentino vuelve a la actualidad la actuación de las empresas multinacionales, las privatizaciones de sectores estratégicos realizadas en las últimas décadas, y el control y aprovechamiento nacional de los recursos primarios.
Repsol es una de las más importantes multinacionales españolas, estando presente con actividades extractivas de hidrocarburos en varios países latinoamericanos. Sus relaciones con el poder son constantes, en ocasiones cordiales, en ocasiones conflictivas. El propio gobierno español parece que estuvo detrás de una maniobra que provocó el cambio de presidente en la empresa hace unos años. El Ministerio de Asuntos Exteriores español y sus embajadas suelen seguir fielmente las recomendaciones de Repsol en defensa de sus intereses.
Podemos recordar el conflicto que Repsol mantuvo en Bolivia en los años 2003-2004. La extrema presión a la que sometió al gobierno en medio de medio de un ambiente social explosivo contribuyó a debilitar al gabinete y facilitó su caída.
En cuanto a la Argentina, es notorio que los razonamientos de ambas partes apelan a las emociones, y no explican cuestiones que quedan en la indefinición. Un hecho parece evidente: el país, con importantes reservas de hidrocarburos, ha pasado en los últimos años a ser importador neto de combustibles. Desde Repsol se da una respuesta técnica: los yacimientos en producción son maduros y de producción decreciente, y los nuevos descubrimientos necesitan tiempo y dinero para entrar en producción. Pero es razonable pensar que el principal interés de Repsol en Argentina no es abastecer su consumo sino extraer petróleo, así que se nos plantean nuevos interrogantes ¿Qué proporción de lo que se extrae se queda en el país y qué cantidad sale al exterior? ¿Qué compromisos de inversión tenía Repsol para los nuevos pozos? ¿Ocultaba que los campos de la Vaca Muerta podían ponerse en producción con las nuevas técnicas? Otro dato a tener en cuenta es la congelación durante años del precio de los combustibles en Argentina, de lo que se puede deducir que a Repsol le resultaba mucho más beneficioso vender refinados en el exterior. ¿Desabastecía Repsol el mercado argentino porque con precios intervenidos es mucho más rentable el mercado exterior?
El proceso de privatizaciones de empresas públicas tomó gran impulso en los años 90 por diversos motivos. El empuje neoliberal de los organismos internacionales obligaba en ocasiones a llevarlos a cabo. El desmantelamiento de los monopolos estatles con su venta a capitales privados y la introducción de competencia se extendió por Europa Occidental. Con la desaparición del bloque soviético, el este de Europa vivió su propia forma de privatizaciones, que en algunos casos fue una apropiación directa de los bienes del Estado por parte de una oligarquía emergente. En Latinoamérica el proceso tuvo sus particularidades, y significó una entrada importante de capital extranjero, en buena parte procedente de España. De hecho marcó la internacionalización de las grandes empresas españolas, su conversión en multinacional.
La privatización de una empresa pública supone unos ingresos inmediatos al Estado, lo cual es más una tentación que un argumento a favor. Las razones principales son que una gestión privada puede ser más eficiente (sobre todo si se sustituyen monopolios por mercados en competencia) y que la capacidad inversora del Estado puede tener otras prioridades. El Estado ha de mantener su responsabilidad sobre los sectores privatizados. Ha de garantizar la calidad de los servicios públicos, estimular la competencia y obligar realizar las inversiones que garanticen la producción, el nivel de servicio, la seguridad personal y la modernización. Si se trata de la extracción de recursos naturales, ha de asegurarse una proporción importante de los ingresos.
¿Tenía Argentina motivos suficientes para expropiar YPF? Quizás la pregunta tendría que formularse de otra manera: la decisión de expropiar de la forma en que se ha hecho, ¿es buena? ¿es la mejor que podía tomarse? Está claro que el gobierno argentino ha buscado una medida populista que recuerda bastante el recurso guerrero de los militares golpistas cuando hace 30 años veían peligrar su poder. Es una apelación a las emociones de los ciudadanos, un acto de exaltación patriótica que consigue el apoyo popular pero deja el futuro en la incógnita.
¿Tiene Argentina suficientes recursos y tecnología para impulsar YPF? Si acude un socio extranjero, ¿podrán mantener el control de la empresa y conseguir del nuevo socio lo que no consiguieron de Repsol?
Han sido muchas las empresas privatizadas en Argentina en los últimos 25 años y quizás este episodio inaugure un proceso nacionalizador. En cualquier caso, como se ha dicho antes, el gobierno mantiene su responsabilidad sobre la regulación de los mercados y en particular de los servicios públicos. Y más importante que el autoabastecimiento de combustible es la seguridad de las personas. Hace poco se produjo un terrible accidente en una línea de ferrocarril privatizada, ¿qué vigilancia ejercía el gobierno? ¿qué medidas ha tomado?
Pero si la expropiación puede entenderse como populista, la reacción del gobierno español ha sido desproporcionada, y muestra hasta qué punto sigue las directrices que marca la empresa. Es lógico que un gobierno defienda a las empresas de su país, pero no se ha de confundir el interés de una empresa española con el interés de España, y no se puede poner al Ministerio de Asuntos Exteriores y a sus embajadas al dictado de una multinacional y convertirla en el eje de la política exterior española. Las agresivas declaraciones públicas de algunos ministros parecen propias de un estado colonial.