Autor: Flavio Machicado Saravia
Parto de la idea de que cualquier evento que se realiza en compañía de otras personas debe tener un propósito útil o placentero, ya que de otra manera sería una pérdida de tiempo que, visto en perspectiva, éste siempre es relativamente escaso. Por lo tanto, tratándose de una reunión de jefes de Estado, donde estaba presente una de las primeras potencias económicas del mundo, junto a otras potencias emergentes como es el caso de Brasil, la Cumbre de la Américas debió haber sido mejor aprovechada por todos, lo que no fue el caso.
Al parecer, los asistentes, algunos con más estridencia que otros, pusieron mayor énfasis a la participación de Cuba en este escenario, cuyos líderes no fueron invitados por no permitir en su país el ejercicio de un pleno estado de derecho, aunque éste también se encuentra bastante débil en la mayoría de los países asistentes. También querían sacar alguna tajada algunos países en torno a su problemática específica como es el tema de la salida del mar para Bolivia o la disputa por las Malvinas de parte de la Argentina.
No hubo declaración conjunta y poco se avanzó en el tratamiento de los problemas centrales que afectan a las mayorías nacionales, de donde supuestamente emerge su representación y poder político. Los máximos representantes de los pueblos no estaban preocupados por el fortalecimiento de los lazos comerciales, para que existan más empleos, producción de bienes y servicios. Tampoco se preocuparon por la mejora del marco institucional, de manera que fortalezcan las instituciones de la democracia y del respeto de los derechos humanos y del bienestar colectivo. Salvo la intención aislada de legalizar el consumo de drogas, dejándolo a las leyes del mercado y a la regulación del Estado, los propósitos de luchar contra el flagelo del narcotráfico siguieron siendo débiles y hasta cierto punto tolerantes, en un palabrerío en que la no está definitivamente claro de quién es el más culpable entre la oferta y la demanda.
Podría haberse aplicado una de las viejas teorías de la economía clásica, planteada por el célebre economista inglés, David Ricardo (1772-1823), como es el de las “ventajas comparativas”, por la cual se sostiene que aunque un país no tenga ventaja absoluta en la producción de un bien, le convendría especializarse en aquellas mercancías para las que su ventaja sea comparativamente mayor o su desventaja sea comparativamente menor. Lo que nuestro Presidente siempre lo demuestra o trata de demostrar en cualquier evento internacional que asiste, aunque no ofreciendo un producto determinado, sino pateando pelota.
Por cierto, el Presidente anfitrión, seguramente para demostrar su estado atlético o como un exceso de cortesía acepto el reto dándole a su “cumbre” un inicio más bien deportivo y no de relevancia política continental que es para lo cual se convoca una cumbre de esta naturaleza. Salvo que todos estemos equivocados y nuestros Presidentes gasten la plata de sus contribuyentes para divertirse, especialmente en un lugar tan bello, histórico como exótico como es Cartagena, donde tuve la oportunidad de trabajar cuando estaba exiliado en Colombia.
Fue un evento donde ni siquiera el contacto bilateral, en un escenario donde podría primar la cortesía y el acercamiento, sirvió para limar asperezas o para aproximar intereses históricos, que es lo que necesitan nuestros países para enfrentar a la globalización y al poder emergente de algunos países que cada vez ejercerán mayor influencia sobre nuestras débiles economías e instituciones públicas y privadas. El encuentro fugaz del Presidente Boliviano con el Chileno, difícilmente pudo haber sido para abrir las esperanzas de un tratamiento futuro y con “soberanía” como lo insinuó, Evo Morales, al retornar a Bolivia. Como tampoco el tema con el Brasil, concretamente con la compañía constructora OAS, quede como si nada hubiera pasado, ya que esta empresa pertenece al sector privado, por lo que la Presidenta de ese país no tendrá mucho que hacer y decir en este pleito asumido por el gobierno boliviano.
Preocupa el mayor consenso que hubo en torno a la ausencia de Cuba, tanto de los Presidentes, donde existe una marco más democrático, como de aquellos que la atisban desde la lejanía, ya que se estaría exteriorizando más una preocupación política que de “principios” que es donde nuestro Continente está fallando. De manera que tuvo que ser el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica quién nos recordara que “Una Cuba libre será bienvenida en las próximas ediciones de la Cumbre de las Américas, pero hasta el momento la isla no ha transitado hacia la democracia y la protección de los derechos humanos”. Para remarcar que “hay un camino que Cuba tiene que seguir en este siglo XXI, y cuando eso suceda nosotros le extenderemos la mano”.
Por ello, los Presidentes de este Continente pierden credibilidad al actuar al margen de “principios” y “doctrinas” que están obligados a obedecer, de acuerdo a sus Constituciones y a la voluntad popular que desea vivir en un pleno estado de derecho, donde se respeta el libre pensamiento, la libertad y la seguridad jurídica.
En la VI Cumbre de las Américas tampoco hubo una declaración final por falta de consenso entre los presidentes respecto al apoyo a la Argentina con relación a las Malvinas. Obama dijo que se mantiene “neutral” y quiere «buenas relaciones» tanto con Argentina como con el Reino Unido, quienes mantienen una disputa sobre las islas. Lo que motivó la salida anticipada de la Presidenta de Argentina, quién, como una especie de represalia, nacionalizó una empresa Española (Repsol), seguramente sin sopesar las repercusiones que tendrá esta medida de parte de la Comunidad Europea y de los inversionistas extranjeros.
Finalmente, no hubo claridad respecto al tema del narcotráfico, donde, como se dijo anteriormente, hubo voces por su despenalización o libertad en su comercialización, lo que no es una asunto sencillo, peor en países donde todo es posible y permisivo, aunque nos anime la mayor voluntad para regular su consumo, cuando no podemos controlar ni siquiera el respeto a la luz de los semáforos o hacer cumplir la ley y el orden.
Ing. Com. Flavio Machicado Saravia.
Miembro de Número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.