Nicaragua, silencio y encubrimiento de la dictadura

Nicaragua, silencio y encubrimiento de la dictadura

Jesús López-Medel Báscones
Abogado del Estado en España y Observador internacional de la OEA, OSCE y UE

Son escasas las voces de intelectuales españoles o de otros países sobre lo que hace tiempo sucede en Nicaragua, y que se está recrudecido.

Llega un momento en que el silencio es crimen

(Martin Luther King)

El silencio se convierte en cobardía cuando la ocasión demanda decir toda la verdad y actuar acorde con ella

(Mahatma Gandhi)

Nicaragua es uno de los países en el continente americano que más simpatía ha venido teniendo en toda Europa y en la comunidad internacional. Data aquello de finales de los años setenta y una parte de la década siguiente. Es uno de los últimos territorios donde gobernaba a base de despotismo y alejamiento del pueblo un dictador muy protegido por los Estados Unidos de Norteamérica país hacia el cual era muy servil. Era la el último cuarto del patio trastero que siempre creyeron los de arriba tener.

Frente a e ello, la unidad del pueblo y la implicación más directa de jóvenes bajo lo que sería el Frente Sandinista, su compromiso en la lucha y la fe absoluta en la victoria hizo que la férrea dictadura de Anastasio Somoza (al cual EEUU acabaría dejando caer) fuese derrotada.

Dentro del desorden de las fuerzas revolucionarias y el fervor del pueblo con el triunfo en 1979, a ese impulso se sumarían multitud de sectores e ideologías no solo de izquierdas diversas, que eran quienes mayormente dirigían el proceso, sino también de diferentes sensibilidades políticas. Allí se juntaban centristas, liberales, de derecha democrática también y, de una manera muy audible y con gran proyección no solo interna sino también internacional, sectores cristianos comprometidos, la gran mayoría vinculados a una fe popular y la teología de la liberación.

Pronto se vería que no era lo mismo luchar contra un enemigo común que organizarse para gobernar. La piñata era un vocablo utilizado entonces en ese proceso de construcción que al ser profundamente caótico fue degenerando en desuniones y, también en desencantos. Fruto de ello, sería que, sin querer entender los dirigentes sandinistas lo que estaba sucediendo en el alma del pueblo, estos se vieron sorprendidos por una derrota en las elecciones de 1990. Violeta Chamorro, de fuertes convicciones democráticas, igual que su marido asesinado por el somocismo con anterioridad, ganaría los comicios presidenciales y siendo la primera mujer de todo el continente que accedería a la presidencia de una república y duraría hasta 1997.

Quien le sucedería, Arnoldo Alemán, de línea conservadora liberal, en principio aliado con Daniel Ortega, fue alejando al pueblo de sus necesidades y se iría abonando en camino para que el comandante Ortega pudiese volver como presidente en 2006. En esa etapa, cual piel de cordero, atenuó al máximo sus ideas revolucionarias, haciendo importantes guiños y pactos con los empresarios y la confederación de estos. Un lobo con piel de cordero. Asimismo, se hizo pasar por un cristiano fervoroso y se rodeo constantemente de miembros de la jerarquía. Sus pronunciamientos contrarios al aborto entonces era solo una estrategia para ganar el apoyo de la Iglesia Católica. El jefe de esta en el país centroamericano, el cardenal Obando, le impartiría sucesivas bendiciones.

Tras recuperar el poder, de nuevo con el nombre del Frente Sandinista de Liberación nacional, iniciaría un proceso de destrucción y, al tiempo, recreación muy controlada de las instituciones de control y los mecanismos democráticos. No repararía en violentar la Constitución la cual no permitía la reelección pero se presentó como candidato en 2011, previo cambio de los componentes de los órganos que debían apreciarlo, como son eran corte Suprema de Justicia y el Consejo Supremo Electoral.

Ya entonces, podría observarse la deriva autoritaria y antidemocrática del reelegido Presidente. De aquel tiempo, guardo una experiencia personal que me impactaría cual sería mi propia presencia en Nicaragua como miembro de la Misión de “Acompañamiento” (así exigió que se llamara en lugar de “Observación”) de la OEA.

Lo que entonces pude apreciar por mi mismo es que aunque yo había preparado algunas informaciones previas sobre el país, no pude imaginar lo que vi por mi mismo. El control no solo político sino también social del país por Ortega era absoluto, estando enormemente limitados, casi aniquilados, los que pretendieran ofrecer una alternativa diferente. Además de tomar todos los resortes del poder, el ambiente en las calles resultaba tomado por muy abundantes pandillas con banderas rojinegras que más allá de el ejercicio de la propaganda política, generaban un ambiente cuasi coercitivo.

Me resultó entonces muy sorprendente cómo la OEA había aceptado de modo muy sumiso todas las condiciones muy limitativas para ejercer esta su labor, como queriendo evitar el mínimo conflicto. Mi experiencia fue esa en todo momento pero que culminaría en la jornada electoral, cuando habiéndoseme encomendado uno de los colegios electorales clave para el conteo, el entorpecimiento muy grave y constante de mi labor fue tal que se me impidió el seguimiento del recuento electoral.

El informe preliminar de OEA fue muy desolador, aunque luego, habiendo esperado a la toma de posesión en enero de 2012, se endureciese algo. He de reseñar que yo ya había tenido numerosas experiencias de observación electoral en más de 40 ocasiones entonces, incluso en Rusia, Bielorrusia y otros lugares de este tipo. De esta experiencia en Managua, dejaría escrito mi testimonio en esta revista Gobernanza con el título Nicaragua: del sueño a la decepción.

La experiencia acerca del país que me encontré a nivel político y social me llevaría a querer seguir la pista en años posteriores ya desde aquí o informándome cuando viajaba a algún otro país centroamericano, siendo objeto de interés y pena todo lo que se me transmitía. En 2017 publicaría en Diario.es un recuerdo hacia ese país titulado Cuídense muchachos https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/adios-muchachos_129_3650639.html

La historia demuestra siempre que las dictaduras no se aflojan sino que se endurecen, y el régimen de Ortega y el enorme poder en bicefalia de su mujer Rosario Murillo, Vicepresidente de la República desde 2017 pero desde mucho antes figura muy influyente, cuyo nivel de despotismo no es menor que la de su socio de poder.

Precisamente fue ella, estando su marido en Cuba en tratamiento médico, la que mando reprimir con extraordinaria dureza el mayor estallido de crítica contra la dictadura y que sucedió en 2018.  Entonces se produjo en varios lugares de Nicaragua una importante movilización en las calles de diversas ciudades en protesta contra la degradación de la convivencia y la por la aun más creciente represión.

La respuesta entonces, sería de una acción cruel con más de trescientos muertos, centenares de heridos y miles de exiliados. Ya era entonces absolutamente atronadoras las informaciones fidedignas que llegaban de allí. Pero parece ser no acababan siendo suficientes para que la comunidad latino y centroamericana reaccionase y, tampoco, la comunidad internacional en su conjunto.

Pero siguieron sucediendo más y más desmanes en los que el año anterior (en el que volvería a arrasar en las elecciones sin que se presentase ningún opositor pues estaban todos encarcelados o exiliados fuera), se deportaron a más de 200 personas a EEUU, combinando esta expulsión con la privación de la nacionalidad. Este 2023, comenzaría con casi un centenar de casos más, donde volvió a repetirse esas acusaciones inventadas de “ejecutar y continuar ejecutando actos delictivos en perjuicio de la paz, la soberanía, la independencia y la autodeterminación del pueblo nicaragüense”.

A esas falsas denuncias, se les sumaría algo tan socorrido en los países dictatoriales como “intento de golpe de Estado”. Ello afectaría a personalidades literarias muy brillantes como Sergio Ramírez (exvicepresidente con ortega entre 1985 y 1990) o Gioconda Belli, personajes religiosos de gran carisma como el obispo Silvio Baez, defensores de derechos humanos o ex sandinistas de verdad.

Este nuevo grave golpe a la libertad en Nicaragua, ha tenido gran eco a nivel mediático pero, de nuevo, un notable encubrimiento o cobardía en muy diversos sectores, han cubierto esto con un escalofriante silencio. Así, los dirigentes, hoy mayoritarios, de izquierda en la región, donde parecen sentirse mucho más identificados con la idea de izquierdismo que de democracia, igual que en otros sectores inversos ha sucedido y sucede en otras épocas al callar respecto colegas de su orientación derechista.

Sobre ello, es sugerente el artículo de Carlos Malamud Mientras más Nicaragua me quitan, más Nicaragua tengo  donde, en ese manto de silencio, señala como excepción al presidente chileno Gabriel Boric. En esta misma, la propia Gioconda Belli lo expresaría también a propósito de su declaración de que: “hay que aislar a Somoza internacionalmente, como se hizo con Somoza” https://www.publico.es/internacional/gioconda-belli-ortega-hay-aislarlo-seriamente-hizo-somoza.html, manifestándose crítica de la ensoñación trasnochada de los políticos de izquierda en España, si bien ella participaría en marzo del lanzamiento del proyecto de Sumar de Yolanda Díaz. Asimismo, son escasas las voces de intelectuales españoles o de otros países sobre lo que hace tiempo sucede allí y que esta recrudecido.

Pero los que somos radicalmente y por esencia demócratas, (cualquiera fuese nuestra sensibilidad), no nos sentimos con servidumbres o falsos compañerismo a la hora de expresar lo que es muy importante: la denuncia de situaciones de opresión y recortes de derechos y libertades donde quiera que se produzcan. Y actualmente y desde hace bastantes años, se puede afirmar con toda claridad que Nicaragua es la mayor dictadura y régimen opresivo de toda Centro y Latino América.

Y ese silencio que denunciamos no solo es a nivel de otros países sino también respecto a nivel institucional en varios foros supranacionales y de una manera triste en lo que es la Organización de Estados Americanos. Ciertamente este es una institución política, donde hay que saber cohonestar los intereses y posicionamientos de este tipo, pero esa diplomacia silente siempre debe tener por principio irrenunciable la defensa clara de principios democráticos y no solo las componendas y el “vamos todos a llevarnos bien”. Me ha sido triste preparando este trabajo, el intentar bucear buscando proposiciones de la OEA sobre la libertad en Nicaragua, pese a que consuela que un órgano con bastante más prestigio, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, son bastante abundantes las resoluciones dedicadas a ese querido país centroamericano como es Nicaragua

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