Vacunar en América Latina
Investigador principal del Real Instituto Elcano
La vacuna es el medio necesario para superar la pandemia, pero su aplicación generalizada está plagada de dificultades.
El mayor desafío para superar la pandemia es vacunar. No tanto elegir entre vacuna sí o vacuna no, sino aplicarla rápida, efectiva y masivamente, lo que también implica decidir sobre su gratuidad y obligatoriedad. Pero el proceso no es sencillo, ya que en este momento, y en los próximos meses, el principal problema es la falta de capacidad de los laboratorios para abastecer a todo el mundo.
De momento, el panorama es complicado. Mientras quienes pueden acceder fácilmente a las vacunas (los países ricos y aquellos que han desarrollado sus propios fármacos, como China y Rusia) ya están vacunando, las naciones de menores recursos, las de renta baja y media, apenas han comenzado a hacerlo y con cuentagotas.
Por eso, la OMS ha alertado del conflicto moral que esto supone y también de las pérdidas económicas que sufrirán los países más desarrollados si el resto del planeta sigue semiparalizado por la pandemia.
Una alternativa para superar estas limitaciones es fortalecer el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX),impulsado por la OMS y la ONU. El Fondo fue apoyado inicialmente por la UE y la Fundación Gates, a la que luego se unieron China y, tras la llegada de Biden, EE.UU., siendo Rusia la gran ausente. Pero esto no ha impedido que ante las dudas y los problemas de Occidente tanto la Sputnik V rusa como las vacunas chinas estén ganando terreno en América Latina, África y el sudeste asiático.
Si este proceso se consolida, tanto EE.UU. como la UE deberán pagar un precio mayor por su inacción, comenzando por la pérdida de influencia. En este mundo globalizado e interconectado en que vivimos, los espacios que unos abandonan son ocupados inmediatamente por sus rivales directos.
En América Latina, dadas las limitaciones de sus sistemas de salud y sus carencias estructurales, la vacunación será lenta y desigual.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), harán falta largos meses para disponer de las dosis suficientes y garantizar una inmunidad extendida.
La región enfrenta un reto colosal. Pese al relato triunfalista de gobiernos y medios de comunicación, la investigación científica que permitió desarrollar las vacunas fue, salvo en algún caso aislado, extrarregional, más allá del hecho positivo de que una u otra vacuna o sus viales puedan fabricarse en Argentina, Brasil o México.
Cada país ha debido buscarse la vida por su cuenta. El fracaso de la integración regional impidió actuar coordinadamente para mejorar la capacidad negociadora con laboratorios y gobiernos, garantizando un abastecimiento rápido, con mayores dosis y menores precios.
Tampoco ha habido consenso para autorizar simultáneamente las diferentes vacunas. Toda esta descoordinación mostró las restricciones autogeneradas que restringen la acción de los presidentes regionales e incrementó los problemas logísticos, potenciados por las distancias, los accidentes geográficos y el clima tropical y subtropical.
La debilidad estructural, la fragmentación y la heterogeneidad, junto a gobiernos incapaces de posponer sus intereses y sus prejuicios políticos, han agravado el acceso a la vacuna.
El calendario electoral convirtió su búsqueda y la logística de la vacunación en una cruenta lucha política entre oficialismos y oposiciones.
Para garantizar el abastecimiento, América Latina debió apelar al COVAX. Pero, salvo excepciones, la mayoría de sus países son califica dos de renta media y no pueden acogerse a los beneficios arbitrados para los más pobres.
El componente geopolítico y la «diplomacia de las vacunas» son esenciales, con Rusia y China buscando réditos políticos a medio y largo plazo y tratando de aumentar su influencia en América Latina y los países emergentes.
Trump, centrado en su ‘America first’, anunció el abandono de la OMS, rechazó la cooperación científica internacional, acaparó gran cantidad de vacunas y prohibió exportar la producción nacional.
El panorama comenzó a cambiar, pero no será un proceso automático. Para adquirir la vacuna, los gobiernos latinoamericanos debieron elegir en función de los plazos de entrega y de sus ritmos, del precio, de las facilidades para distribuirlas y aplicarlas, y también de consideraciones y afinidades políticas.
La Sputnik V, que ya había sido aprobada por Argentina, Bolivia, Paraguay y Venezuela, se aplicará también en México y Brasil. Por su parte, Xi Jinping ha declarado a sus vacunas como «bienes de utilidad pública mundial».
Se comprometió con 2.000 millones de dólares para África y ofreció a América Latina y el Caribe un préstamo por otros 1.000 millones, aunque sin aclarar sus condiciones. China aprovecha las vacunas para sumar influencia y aumentar sus ganancias comerciales y diplomáticas. Como ha señalado Jacob Mardell, del think tank Merics: «La distribución de vacunas va a seguir el mapa de las desigualdades globales». La llamada «cooperación sur – sur» facilita los objetivos chinos en todo el mundo envías de desarrollo. China y Rusia están intentando presentar el reparto de vacunas como un acto solidario y lleno de buenas intenciones.
Sin embargo, las donaciones son de unos pocos cientos de miles de dosis, cuando las necesidades reales son de centenares de millones. Los gobiernos latinoamericanos deben saber que nada es gratis y que nadie les regalará nada. Muchos deberán endeudarse, y no solo para pagar los créditos con que comprar las vacunas, como Argentina, donde Rusia instalará una estación satelital.
Cuanto más clara y transparente sea la compra, menores serán los riesgos y compromisos futuros.
Los ecuatorianos conocen de sobre el precio pagado por los préstamos chinos garantizados con su petróleo.
El problema no es buscar soluciones alternativas ante las dificultades de aprovisionamiento, algo totalmente normal en medio de esta terrible crisis. La cuestión es negociarlas de forma transparente y sin agendas ocultas. La urgencia sanitaria exige remedios drásticos, pero si no se actúa con tino habrá hipotecas futuras imposibles de pagar.
Este artículo ha sido publicado en el periódico Clarín y se reproduce aquí con autorización del autor.