60 cumpleaños de la Unión Europea, un gran motivo para celebrar
Político, expresidente del Parlamento Europeo
Discurso pronunciado en el Senado italiano el 22 de marzo de 2017 con motivo del 60 aniversario del Tratado de Roma.
La mejor manera de celebrar el 60 cumpleaños del Tratado de Roma es darle narrativa. Los Tratados no surgen como setas tras la lluvia. De Gaulle dijo con razón que “Los Tratados son como las rosas.. duran mientras duren”. Y este está durando.
Si queremos una Europa más incluyente, política y democrática que venza al populismo, la mejor pedagogía es explicar por qué este Tratado ha crecido y producido rosas. Las más bellas son sin duda los tres primeros artículos del Tratado de Lisboa que nos permiten hablar de una vigorosa democracia supranacional. Hacerlo y defenderlo es nuestra mejor respuesta al virus populista.
Para ello es útil explicar cómo fue la gestación del Tratado de Roma. La naciente Europa estaba en profunda crisis tras el rechazo de la Comunidad Europea de Defensa por la Asamblea Nacional francesa en 1954. Campo éste en obras todavía hoy. No sabían cómo proceder. El ministro de Asuntos Exteriores italiano, el liberal Gaetano Martino invitó a sus pares a reunirse en Mesina en 1955 porque estaba haciendo campaña. La cita era en Sicilia y en primavera, todos aceptaron.
Entre ellos estaban el socialista belga Paul Henri Spaak que presidió después la Conferencia que redactó el Tratado, el democristiano alemán Walter Hallstein, más tarde Presidente de la Comisión y el holandés Beyen que hizo la propuesta de transformar el mercado común sectorial del carbón y del acero en general.
El tema no funcionó al principio, por lo que se dedicaron al turismo cultural con un ballet en el Teatro griego de Taormina. La inspiración llegó a través de los números dos de las delegaciones que empezaron a redactar la declaración de Mesina. En la misma jugó un papel esencial el economista socialista francés Pierre Uri, colaborador íntimo de Jean Monnet. También fue después el redactor esencial del borrador del Tratado con la cooperación del alemán Hans von de Groeben, más tarde vicepresidente de la Comisión. Un bello ejemplo de reconciliación, un judío francés discriminado por el Régimen de Vichy trabajando mano a mano con un funcionario del Reich.
El resultado fue el Tratado de Roma, firmando solemnemente en el Capitolio. Los líderes firmaron un texto con sólo la primera página, ya que no hubo tiempo para traducirlo en todas las lenguas oficiales. Según las reglas diplomáticas, debía considerarse como nulo y no avenido.
Sin embargo, sigue vivo y creciendo.Es el método de construcción de la Unión Europea, de crisis en crisis, como Jean Monnet predijo.
Celebramos el 60 Aniversario en Roma con el regalo del Libro Blanco de la Comisión Juncker sobre la mesa, que se añade al informe de los 5 Presidentes sobre la UE en 2025. Su propuesta clave son los cinco escenarios, hábil maniobra para que el interlocutor muestre antes sus cartas.
Con todo, su página más interesante es la 28 con una hoja de ruta desde “Roma a las elecciones al Parlamento Europeo en 2019”. No podemos decir solo que queremos una Europa diferente, debemos decir claramente lo que queremos cambiar y lo que deseamos conservar como vigas maestras de la UE que hemos ido construyendo durante estos 60 años.
Por cierto, hay algunas informaciones que faltan en el Libro blanco. Así, hay por lo menos 25 mecanismos de integración diferenciada funcionando en la UE actualmente, y varios con terceros países asociados. Por ello, el debate sobre las varias velocidades no es solo teórico como tampoco lo es el del núcleo duro formado por el Eurogrupo.
La cuestión clave es el respeto del Pacto fundamental de la Unión, expresado por vez primera en los tres artículos iniciales del Tratado de Lisboa, rescatados de la fallida Constitución. Contienen los principios, valores y objetivos que compartimos. Valores como el respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidas las minorías, el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres.
Los objetivos de la UE son promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos. Un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores, con libre circulación de personas y control de las fronteras exteriores, asilo, inmigración y lucha contra la delincuencia, un mercado interior, un desarrollo sostenible basado en un crecimiento económico equilibrado con estabilidad de precios, una unión económica y monetaria cuya moneda es el euro.
Algunos de los objetivos van claramente más allá de la concepción liberal tradicional como una economía social de mercado altamente competitiva, tendente al pleno empleo y al progreso social, un nivel elevado de protección y mejora de la calidad del medio ambiente, combatir la exclusión social y la discriminación, fomentar la justicia y la protección sociales, la solidaridad entre las generaciones y la protección de los derechos del niño, la cohesión económica, social y territorial y la solidaridad entre los Estados miembros, respetar la riqueza de su diversidad cultural y lingüística y en sus relaciones con el resto del mundo, afirmar y promover sus valores e intereses en el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas . Por esta razón fue inaceptable la propuesta de Cameron cuando inició la negociación del referéndum británico tratando de castrar la Unión con la supresión en el artículo 1º del Tratado de Roma del párrafo “proceso creador de una unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa”. Cuando intentó cambiar de posición era demasiado tarde.
Tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de proponer cambios en los controles y equilibrios del sistema institucional. Deben respetar la igualdad de los Estados miembros a la hora de participar. No debemos añadir instituciones que establezcan diferentes niveles dentro de la Unión. Crear un nuevo parlamento a segundo nivel para los miembros del Eurogrupo con comisiones de los Parlamentos nacionales no sólo sería un viaje al pasado. Temo que un debate entre el Bundestag alemán y la Camera del Deputati italiana pudiera ser una reedición del famoso debate entre el Papa y Lutero sobre el injusto sistema de imposición de las bulas papales actualizado con los criterios de Maastricht.
El mejor modo para celebrar el 60 cumpleaños del Tratado de Roma sería un acuerdo de los Estados miembros sobre la inclusión en los programas de todas las escuelas europeas de la lectura y el debate de los tres primeros artículos del Tratado de Lisboa. Con ello, los jóvenes podrían acceder a una narrativa comprensible del objetivo común en la perspectiva de las próximas elecciones de 2019. Para ello podría ser útil tener presente un consejo de Pierre Uri que sigue siendo de actualidad: “Cada vez que puedo impulsar un proyecto europeo, lo hago, convencido de que Europa es nuestra causa más digna en nuestro mundo y nuestro tiempo”.