Ortega y Murillo, “los perdedores” en Nicaragua
Director de «El Confidencial» de Nicaragua
El Consejo Supremo Electoral afirmó que la participación electoral fue del 68,2%. Por contra, la oposición afirma que la abstención fue del 70%, y este dato le da al régimen un «baño de ilegitimidad».
Ya no se va “por más victorias”. La falta de competencia electoral no garantizó el triunfo para un tercer período presidencial consecutivo al comandante Daniel Ortega, eterno caudillo del Frente Sandinista. En las votaciones nacionales de este domingo, venció la abstención masiva, que ni siquiera en comicios locales tiene un precedente similar, según los registros de la oposición ilegalizada, que se dedicó a documentar la abstención.
“Se trata de la mayor abstención observada en elección alguna en los últimos treinta años. Es la expresión masiva del rechazo a la farsa electoral”, afirma Violeta Granera, coordinadora nacional del Frente Amplio por la Democracia y excandidata a vicepresidenta de la oposición inhabilitada.
Luis Callejas, coordinador de Ciudadanos por la Libertad y excandidato presidencial inhabilitado junto con Granera, considera que los resultados de la votación son “un mensaje claro y contundente dirigido a Daniel Ortega: Este pueblo está cansado de farsas, de fraude, quiere paz, libertad, elecciones libres, transparentes, competitivas y observadas”. Según el monitoreo de Ciudadanos por la Libertad, la abstención fue mayor del 70%.
El magistrado Roberto Rivas, quien lleva más de quince años al frente del cuestionado Consejo Supremo Electoral (CSE), tiene un registro diferente. La mañana de este lunes, Rivas compareció ante la prensa y presentó un informe preliminar con el 99.8% de las Juntas Receptoras de Votos (JRV) escrutadas, en el que asegura que el 68.2% de los nicaragüenses sí votó, y que la abstención sería incluso menor a la registrada en las elecciones de 2011.
El abogado y diputado liberal destituido, Eliseo Núñez, afirma que “la lectura que te dan (los datos registrados por la oposición) es que la jornada se convirtió en un referéndum, no solo para el sistema electoral, sino también para el propio presidente Ortega y definitivamente es un baño de ilegitimidad para Ortega”.
“Las mesas estaban vacías. La gente no salió a votar”, subraya Núñez.
Según Callejas, lo que Nicaragua demostró este domingo es que “ha acogido la democracia” y compara que “esta elección, con su nivel de abstención, ni siquiera se puede igualarse con una elección municipal, porque tuvo menos participación que una elección municipal”.
El informe oficial, ha sido rechazado por las organizaciones opositoras, e incluso por los partidos colaboracionistas, como el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), que discrepan en el dato de la abstención.
El director ejecutivo del Grupo Cívico Ética y Transparencia, Roberto Courtney, considera que “hay un elemento muy fácil para que cada nicaragüense sea un magnífico juez de más o menos cómo fue el tema de la participación y es saber si él votó, preguntarse si sus familiares votaron o cuántos de sus amigos lo hicieron o no”. El grupo que ha observado las elecciones durante más de dos décadas aún no ha presentado un cálculo de participación, pero en sus comentarios preliminares ya han comentado que la participación fue “moderada”.
Las cifras oficiales del Consejo Supremo Electoral, le asignan un 72.5% de votos al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), seguido de un 15% para el Partido Liberal Constitucionalista (PLC); 2.3% para el Partido Conservador (PC); 4.3% para la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN); 1.4% para Alianza por la República (Apre), y 4.5% para el Partido Liberal Independiente (PLI).
Falló maquinaria electoral oficial
El analista político Oscar René Vargas, en entrevista con durante una edición en vivo del programa de televisión Esta Semana, aseguró el domingo que “la abstención fue más allá de lo que inclusive señalaban las encuestas”.
Vargas fue asesor de la Dirección Nacional del FSLN en los ochenta y reconoce que en la jornada de votación incluso falló el músculo de la maquinaria electoral oficialista. “Muchos que yo conozco ya me habían expresado que no iban a votar, porque no les gustaba Murillo, porque las cosas se han descompuesto”.
“El que el gobierno pida a sus empleados que muestren el dedo manchado te muestra que también hay una desconfianza del mismo Frente sobre el comportamiento de su gente. El güegüense sigue apareciendo en el imaginario del Frente y Daniel”, valora Vargas.
Según el experto en cultura política nicaragüense, autor de El síndrome de Pedrarias, Ortega ya había perdido desde el momento en que comenzó a cerrar los espacios políticos, cuando entre junio y julio ordenó arrebatar la representación legal del PLI al grupo liderado por Montealegre y luego fueron destituidos 28 diputados de la oposición, y también cuando más tarde impuso a su esposa como candidata a la vicepresidencia, quien a su juicio es causa de gran rechazo y resistencia dentro de las mismas filas del partido de gobierno. “Desde ahí perdió –sentencia–, por eso barrió la mesa”.
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Este artículo ha sido publicado en «El Confidencial» de Nicaragua y se reproduce aquí con autorización del autor.