La Gobernanza en el 2025
Investigador en Gobernanza Latinoamericana
Uno de los ingredientes fundamentales de la cuarta ola de globalización, será la profundización del fenómeno de las economías emergentes. Estas se reconocen de esta manera, por la dinámica de incorporación de unos nuevos países al contexto del comercio internacional, ya no en calidad de exportadores de commodities, sino de productos manufacturados.
En la próxima década, el globo terráqueo sufrirá cambios sustanciales que afectarán la toma de decisiones y las formas de pensar de actores y comunidades mundiales, regionales, nacionales y subnacionales; los cuales se encuentran estrechamente relacionados con el advenimiento de la cuarta ola de globalización, la cual articulará los siguientes fenómenos: la consolidación de las economías emergentes; la expansión de los procesos de integración regional; los efectos de la crisis financiera internacional; el corolario de la cuarta ola de democratización; y el reconocimiento de la Cosmourbanización.
La cuarta ola de globalización, será el escenario de proyección de un crack económico y político en la sociedad mundial, caracterizado por la caída de occidente frente a las economías emergentes, las derivaciones de la crisis financiera internacional, las manifestaciones de la cuarta ola de democratización y la gravitación de los procesos citadinos en el globo terráqueo.
Los Antecedentes de la Cuarta Ola de Globalización.
Cada cuatro décadas el mundo está sufriendo un fuerte estremecimiento que sacude los cimientos en los que ha estructurado su pensamiento político y económico como sociedad global. Esta sacudida tiene como hecho detonante dos elementos resaltables que ocurren de manera contemporánea: crisis financiera internacional y olas de democratización. Estos fenómenos han ocurrido en dos momentos históricos: el primero en el ocaso de la década de los setenta del siglo XX, en la postrimería de la segunda ola de globalización; el segundo en el umbral de la segunda década del siglo XXI. El surgimiento de estos dos eventos simultáneos en un espacio temporal determinado marca el preludio a la entrada de una nueva ola de globalización.
La segunda ola de globalización transcurre en el periodo comprendido entre el final de la segunda guerra mundial y la década de los setenta del siglo XX. Precisamente en esa década se presentaron una serie de acontecimientos que determinaron y empezaron a marcar el rumbo de las nuevas acciones colectivas de carácter mundial, regional y nacional, que tuvieron sus consecuencias en las decisiones tomadas por los principales agentes políticos, económicos y sociales de los países centrales, los cuales marcarían el final de la segunda ola de globalización.
En 1975, inició la crisis fiscal de las democracias avanzadas y, con ella, el cuestionamiento del Estado Benefactor, modelo predominante en todo el transcurrir de la segunda ola de globalización, el cual empieza a sufrir importantes indicios de cansancio, fruto de la continua expansión de la intervención económica estatal y el correspondiente aumento en el gasto publico. Esta situación, se ve acompañada de la recesión económica en Europa a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, y por la crisis política y social, y hasta de confianza que sufrieron los Estados Unidos a raíz de la guerra de Vietnam. Además, en la década de los setenta, se da por primera vez el fenómeno denominado stagflatión; la combinación de inflación elevada desempleo alto y crecimiento casi nulo. Estos factores son exacerbados por la crisis petrolera que se desencadena a partir de 1973, ya que el incremento notable de los precios de los combustibles socava la posibilidad de crecimiento económico.
En la década de los setenta, también inicia la tercera ola de democratización con la caída de las dictaduras de Salazar en Portugal y Franco en España y el consecuente proceso de adhesión a la Unión Europea de estos dos países. Esta avalancha de procesos democratizadores en el mundo, alcanzaría a los regímenes militares de Suramérica en el ocaso de los setenta e inicios de los ochenta, al igual que en el sudeste y sur de Asia, el inicio del proceso de transición de los antiguos regímenes socialistas de Europa del este y la extinta Unión Soviética y se consolidaría más tarde con la liberación de Nelson Mandela en 1990.
La tercera ola de globalización inicia en principios de la década de los ochenta del siglo XX y finaliza con los sucesos contemporáneos de crisis financiera y cuarta ola de democratización, acaecidos en 2011.
La crisis económica del nuevo milenio presenta dos momentos escalonados; los ocurridos en 2008 y 2011. Nos referiremos específicamente a los hechos del 2011, en relación con el encuentro que tienen los dos fenómenos de crisis económica y ola de democratización en ese mismo año.
Las Agencias Calificadoras de Riesgo se han consumado como un actor de primer orden en la gobernanza económica mundial. En efecto, en un hecho sin precedentes, en agosto 5 de 2011 la agencia Standard&Poors degradó la calificación AAA que ostentaba la deuda soberana de los Estados Unidos, lo cual provocó una gran conmoción que desembocó en la caída de los índices accionarios. La rebaja de la nota AAA, sacó a la mayor potencia económica del planeta, del selecto grupo de quince países, entre los que destacan Reino Unido, Francia, Canadá, Alemania y Australia; colocándole al lado de naciones como Bélgica y Nueva Zelanda, con una calificación AA+
La Trascendental decisión estuvo motivada en el plan de consolidación fiscal que acordó la administración Obama con el congreso, para atacar el déficit presupuestario y la creciente deuda; el cual fue desestimado por S&P y de paso considerando como débil e improvisada, la política fiscal estadounidense. El coletazo de la decisión no se hizo esperar. El 9 de agosto, el temor se difundió rápidamente ante el rumor corrido, acerca de la posible rebaja de la calificación de Francia, situación que tumbó las bolsas otra vez. El 12 de septiembre, nuevamente las bolsas europeas cayeron, ante la corrida voz de la bancarrota de Grecia que afectaría a los bancos franceses y la posibilidad de que la agencia Moodys rebajara la calificación de Francia. Estos sucesos, instalaron enseguida en la palestra el enorme poder adquirido por las agencias calificadoras con capacidad para intimidar los mercados y poner contra la pared a los Estados.
Este proceso crítico financiero, se vio acompañado por el inicio de la cuarta ola de democratización en el mundo. El conjunto de protestas propagadas en el mundo árabe en el 2011, denominadas “Primavera Árabe”, reflejó una revolución social viral que dio lugar a la caída en serie de las autocracias de Túnez, Egipto y Libia; contagiándose hacia Siria, Argelia, Yemen, Bahréin, Irak y Jordania. Como resultado de ello, las sociedades árabes experimentaron sucesos de autonomización de las acciones sociales que derivaron en procesos de transición marcando la apertura de la cuarta ola de democratización mundial.
La Cuarta Ola de Globalización.
El periodo de globalización que inicia, proyectará en la próxima década cambios trascendentales vinculados con la gobernanza económica y el fenómeno de la cosmourbanización.
La gobernanza económica mundial en el periodo que se avecina, estará determinada por la consolidación de las economías emergentes, el reconocimiento y afirmación de nuevos actores estratégicos como las Agencias Calificadoras de Riesgo, la creación de nuevos organismos multilaterales de crédito, y por la escalada de los espacios de integración regional.
Uno de los ingredientes fundamentales de la cuarta ola de globalización, será la profundización del fenómeno de las economías emergentes. Estas se reconocen de esta manera, por la dinámica de incorporación de unos nuevos países al contexto del comercio internacional, ya no en calidad de exportadores de commodities, sino de productos manufacturados. En ese orden de ideas, a esos países se les empezó a denominar economías emergentes y fueron conocidos en principio como los BRICH, los cuales empezaron a descollar desde la tercera ola de globalización.
El informe Global Trends 2030 de la CIA, señala el declive del mundo occidental, pronosticando el fin de cinco siglos de dominación, anticipando que Estados Unidos perderá la hegemonía económica, debido al arribo de colosos emergentes como China.
Los países centrales afrontando crisis financieras van a sucumbir frente a las economías emergentes. Según el Informe de Desarrollo Humano 2013 del PNUD; en el 2020, la producción económica combinada de solamente tres países emergentes: Brasil, China e India, superara la producción conjunta de Canadá, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Estados Unidos. Gran parte de esa expansión es impulsada por nuevas asociaciones de comercio y tecnología en el interior mismo del sur. En ese mismo estudio se proyecta que para 2050, esas tres economías emergentes en conjunto representaran el 40% de la producción mundial en términos de la paridad del poder adquisitivo.
Una de las características más dicientes del despegue económico vertiginoso y sin precedentes de las economías emergentes en la tercera ola de globalización, se refiere a las altas tasas de población que les identifica y a la producción per cápita que duplicaron en menos de veinte años, afectando a una población mayor que la de la revolución industrial. En la cuarta ola de globalización, ese contexto asoma la probabilidad de surgimiento de otro escenario adjunto, constituido por un grupo de países con tasas altas de crecimiento económico y un incremento poblacional importante. Se trata del CINETV, correspondiente a Colombia, Indonesia, Nigeria, Etiopia, Turquía y Vietnam
En los próximos quince años, las economías emergentes consolidarán aparatos económicos y militares, que le restaran hegemonía a los otrora países centrales, creando organismos multilaterales de crédito de igual relevancia a los creados en la segunda ola de globalización. Un primer estreno de esa perspectiva, es la firma del acuerdo para la creación del Banco de Desarrollo de los BRICS en 2014, producto de una iniciativa de Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica. Esa nueva organización bancaria, arranca con un capital inicial de cien mil millones de dólares y un fondo de reservas de igual monto. Este banco tiene su sede en Shanghái y surge como una alternativa al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, tradicionales ordenadores de la política económica internacional.
La vigorización de las economías emergentes, les ha convertido en actores estratégicos de la gobernanza mundial, posicionándoles como vigas sostenedoras de la economía global. En esa proyección, cualquier asomo de debilidad de alguno de estos países pondrá a temblar los cimientos de la estructura financiera mundial. Precisamente, en el 2015 la devaluación del Yuan Chino causó una importante conmoción prendiendo las alarmas
La Unión Europea enfrentará una crisis financiera de largo aliento, de al menos una década, la cual amenazará la estabilidad del más longevo y autentico proceso de integración regional de carácter supranacional. Este bloque económico va a tener que modificar sus estatutos como ya lo había hecho en el Tratado de Lisboa, para poder enfrentar los nuevos retos geopolíticos y financieros.
La cuarta ola de democratización iniciada en el 2011 con la primavera árabe tendrá unas expresiones subyacentes en el contexto latinoamericano. En el 2025 empieza el final de la segunda ola de movimientos populistas iniciada en la década de los ochenta del siglo XX. A ella, se unirá el declive de la hegemonía populista estatista radical escalonada de los hermanos Castro en Cuba.
De igual manera, los bajísimos niveles de confiabilidad publican que acusan los partidos políticos y el Estado tradicional a nivel orbital propiciaran formas adelantadas de expresión ciberdemocrática que le permitirán a la ciudadanía del siglo XXI retar a sus dirigentes políticos, como ocurrió con la primavera árabe y los movimientos de indignados. No obstante, también los gobiernos utilizaran los instrumentos provenientes de la sociedad de la información y el conocimiento, para desarrollar una capacidad de extrema vigilancia hacia el movimiento de sus ciudadanos.
Las problemáticas de interdependencia compleja se acentuaran. Los temas de alta política continuaran siendo importantes, pero los problemas de baja política determinados por factores sociales y económicos tomaran el relevo de la atención de actores estratégicos y comunidad internacional .En efecto, conflictos de orden no militar como la inestabilidad económica, cambio climático, crimen organizado, escasez de recursos naturales; estarán al orden del día. Por ejemplo, el citado informe de la CIA da cuenta que uno de los recursos que más se está agotando es el agua dulce, lo cual puede degenerar la aparición de “conflictos hídricos”, ya que en el 2030 el 60% de la población mundial sufrirá por su abastecimiento.
En este periodo se reconocerá el fenómeno de la Cosmourbanización definido como el efecto de gravitación de los procesos citadinos en el globo terráqueo. La elongación del fenómeno de urbanización en el siglo XXI, mostrará que el 60% de la población mundial será de carácter citadino, lo cual traerá importantes retos a la hora de proveer vivienda, empleo y servicios públicos de proximidad; la creación de dispositivos para atender la expansión de barrios marginales y la atención de refugiados urbanos y la pobreza en las ciudades; el aumento de los índices de criminalidad y por consiguiente sentimiento de inseguridad; el deterioro medioambiental, entre otras disfuncionalidades que afectarán los contextos urbanos.
La desatención de estas improntas forjará un crack urbano en muchos rincones del planeta, lo cual pondrá en evidencia la fragmentación de la gobernabilidad urbana, generando dinámicas de ciudades fallidas.