¿Por qué ha ganado Jimmy Morales las elecciones guatemaltecas?
Rogelio Núñez
Jimmy Morales ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Guatemala y a partir del 14 de enero de 2016 ocupará el Palacio Presidencial por cuatro años. Morales ha logrado, en menos de un año, pasar de ser una anécdota en el panorama político guatemalteco a presidente electo.
¿Cómo, y sobre todo, por qué lo ha logrado?
Tres son las razones fundamentales que explican el éxito de esta actor metido en político:
Morales ha logrado, en primer lugar, transformarse en el único candidato capaz de transmitir la imagen de renovación y el único que convencía de que iba a poner fin a la vieja política ligada al clientelismo y la corrupción.
Daniel Hearing, profesor de la Universidad Francisco Marroquín, señala que “un comediante sin dinero, sin estructura política y que testeaba el ambiente para próximas elecciones resultó estar en medio de todo esto. Con la pulcritud que le da no ser político, sólo tuvo que sonreír para resultar el más creíble de todos los candidatos. Ni corrupto ni ladrón. No mucho más que eso”.
Además, en segundo lugar, ha conseguido encauzar el malestar ciudadano contra los partidos y la clase política. Su mensaje ha llegado, sobre todo, al electorado urbano, en especial al de la capital y a los sectores medios movilizados desde el pasado mes de abril contra a corrupción.
De hecho, el descrédito que padece la clase política guatemalteca por los numerosos casos de corrupción y el desapego hacia las instituciones es lo que ha provocado la emergencia de esta nueva figura en el panorama político de este país centroamericano.
Ese malestar, que provocó multitudinarias movilizaciones desde abril a septiembre hasta causar la caída de Otto Pérez Molina, ha sido encauzado por Jimmy Morales.
“La oferta política con la que se ha enfrentado. Los dos máximos contendientes fuertes en lo rural, Manuel y Sandra, son de los peores candidatos vistos por los guatemaltecos. Nerviosos, erráticos y sudorosos tienen una capacidad limitada de conexión con el público. El resto de políticos profesionales, sobre todo las opciones urbanas minoritarias nunca plantearon una posibilidad creíble. Se trató de un conjunto de personajes entre grises y desconocidos con estrategias de campaña en el mejor de los casos ocurrentes y, en el peor, ridículas”, subraya Hearing.
Sin experiencia política, su figura se vio beneficiada de la imagen que proyecta: un hombre ajeno a las élites, sin sombra de corrupción. Las acusaciones que recibe (inexperiencia política y desconocimiento de Estado) las ha sabido transformar en virtudes a su favor.
Asimismo, ha conseguido, en tercer lugar, situar la corrupción como el tema prioritario de la agenda nacional, terreno en el cual ha resultado imbatible frente a un Manuel Baldizón que creció dentro de un sistema ahora caído en el descrédito; o de Sandra Torres, quien tuvo importantes responsabilidades en anteriores administraciones y ha estado ligada a políticas clientelistas.
Como apunta Daniel Hearing, “Otto Pérez Molina, en la campaña electoral de 2011, se posicionó como el solucionador de la inseguridad y se puede decir que ganó en cierta medida porque la campaña giró en torno a ese tema. En cambio la actual campaña chapina ha sido muy distinta… Lo que parecía una campaña que iba a versar sobre el empleo se convirtió en una campaña sobre corrupción y reforma del sistema ¿Quién se nos podía presentar como la solución a la corrupción? El señor Baldizón del partido Líder, claro favorito, no se presentaba como gran renovador ¿cómo lo haría si ha formado parte del sistema, alimentándolo desde hace años? Cometió además un error estratégico detrás de otro, desde pelearse con los tres actores antes mencionados que marcaron la pauta del debate hasta lemas como el Letoca, que se le volvieron en contra”.
Los grandes retos de Jimmy Morales
Jimmy Morales presume de que va a poner fin a toda una época de la política guatemalteca pero en realidad tiene muchos puntos de continuismo. Lidera un partido, el Frente Convergencia Nacional, que depende de su carisma y tirón electoral. Sin él, su fuerza política no es nada.
Eso ya ocurrió con Óscar Berger que llegó al poder en 2004 con un partido, GANA, sin tradición ni raíces, que acabó desapareciendo o con Otto Pérez Molina y su fuerza, el Partido Patriota.
Además, Morales no tiene estructura, ni un plan de gobierno bien diseñado ni un equipo preparado para gobernar. Es decir, la improvisación es la tónica dominate en una candidatura que para ser exitosa no ha necesitado mayores elaboraciones.
Su inexperiencia y las grandes expectativas que ha creado Jimmy Morales, son dos de los grandes obstáculos que enfrenta el presidente electo y que le van a dificultar la gobernabilidad. Sobre todo porque cuenta en el Congreso con 11 diputados de 158.
Desde tales posiciones, el nuevo presidente afronta dos nuevos retos (el de la gobernabilidad y el de ser capaz de impulsar las reformas y la renovación que pide la ciudadanía) y tres viejas asignaturas pendientes del sistema político guatemalteco: el combate a la pobreza, la inseguridad ciudadana y la modernización de la economía.
“No hay una gran mente detrás del resultado electoral de Morales. Al contrario que a cierta gente, eso a mí me resulta más escalofriante que si existiera una conspiración en contubernio de intereses oligárquico-militares. La realidad puede ser explicada de otra forma, a través de órdenes policéntricos que ahora parecen entregarle en bandeja la Presidencia a Jimmy. El destino conspiró para que llegara al poder….el problema para los ciudadanos es que no pase como con el bueno de Magoo que en su actividad despreocupada y afortunada, deja siempre un reguero de destrucción a su alrededor”, concluye Hearing.
Este artículo ha sido publicado en Infolatam (www.infolatam.com) y se reproduce aquí con su autorización.