Un reportaje del ancho mundo

Autora: Ada Benavides

El mundo es cada vez más una red. Los acontecimientos, las imágenes, los conflictos, las ideas y las propuestas hoy se comunican instantáneamente a nivel planetario, interaccionan entre sí y, a pesar de toda la manipulación vigente, provocan reacciones fuera del control de los grandes poderes.

Cuanto más diferentes nos creamos más iguales nos descubriremos (si salimos del cascarón)

París, Unesco, allí Doudou Diene, un senegalés fascinante de 67 años, ex relator especial de la ONU en materia de racismo, nos aconseja admirar la diversidad sin olvidar nunca la profunda unidad de los humanos. Este hombrón impresiona también cuando releva la vieja sabiduría senegalesa: “en lo profundo todos somos la misma persona; la ramas de los árboles se pelean pero sus raíces se abrazan; las ramas son los vientos de las ideologías, de los intereses y de los acontecimientos que van y vienen; la solución no es cortar las ramas, la diversidad, sino llegar a las raíces donde nos abrazamos en la unidad humana”.

Enseñar la historia de otra manera

Nuestra naturaleza es común. También, desde la diversidad cultural, podemos compartir valores universales que hay que ir alumbrando desde el respeto y la deliberación crítica. El problema está en que siempre y en todas partes la política y las religiones han tratado de transformar la diversidad en pulsiones de interés y de conflicto. Por eso el racismo es un dato universal que permanece vivo ya no en las legislaciones sino en las mentalidades. Para combatir el racismo hoy –dice Diene- hay que llegar al fondo y hacerlo desde la infancia, hay que reescribir y enseñar la historia de otra manera porque todas las historias nacionales son construcciones de odio y prejuicio hacia otro. Hay que relacionar la lucha contra el racismo directamente con la construcción del multiculturalismo. No basta con prohibir las discriminaciones o promover la igualdad si cada comunidad vive mentalmente separada de la otra. Necesitamos una promoción permanente de las interacciones.

Los beneficios y costes de las migraciones se reparten desigualmente

Europa está viviendo el choque entre las identidades nacionales y las dinámicas multiculturales provocadas por la inmigración. Dada su envejecida población, Europa seguirá necesitando de la inmigración para sostener sus Estados del bienestar en proceso de revisión. Pero los costes y beneficios de la inmigración se distribuyen muy desigualmente entre los europeos y son los trabajadores más mayores y menos cualificados así como los barrios más populares los que soportan la carga de una convivencia con los recién llegados, que la ignorancia, la incerteza, la inseguridad y la manipulación hacen vivir como amenaza.

Demasiada carnaza como para no convertir la “identidad nacional” supuestamente “amenazada” en instrumentos de la lucha por el poder. Los populismos seguirán brotando del lado oscuro y profundo de la mente racista (lo dice alguien a la que el nuevo entorno obliga a sentirse cada vez más mestiza) mientras se considere que el problema estriba en definir –como quiere Sarkozy- y defender la identidad nacional como algo dado e inamovible, que los llegados recién sólo pueden tomar o dejar. Las identidades siempre se defienden frente a alguien y cuando muchos alguienes son necesarios la tentación de marginarlos y someterlos despiertan el racismo y toda la maldad que conlleva.

Ministros bisexuales, matrimonios gais y búnkers de machismo

De Bruselas a la Patagonia, de Argentina a China, de China a España, el fantasma de los matrimonios gais recorre el mundo bajo la inquieta y condenatoria mirada de tantas Iglesias y la feroz reacción de algunos enclaves del machismo inquebrantable.

En Bruselas he podido ver algo más que gais. El 30 de noviembre pasado se reunían allí los Ministros de Trabajo de los 27 países de aquella Unión. Decidieron, entre otras cosas, ampliar a un mínimo de cuatro meses los permisos de paternidad y maternidad. Pero lo que llamó la atención mundial fue la comparecencia del Ministro sueco, Tobias Billström, del Partido Moderado, ya conocido por ser el primer Ministro europeo que se ha reconocido públicamente como bisexual. Llamó la atención no por este detalle sino porque compareció a la solemne reunión con Tone, su bebé de 10 meses. Más allá del gesto para conciliar la vida familiar y laboral que estaba en la agenda de la reunión, el Ministro declaró: “viajo mucho, sin mi familia, y ahora que la bebé ya no es tan pequeña prefiero viajar con ella”. Viajó con ella y con su esposa corriendo a su cargo los gastos del viaje de ambas. Mis queridos latinos, no crean que para comportarse así es necesario ser bisexual o sueco.

Un mes después, en Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina, Alex Freyre y José María Di Bello, seropositivos ambos, conseguían casarse final y felizmente. Son la primera pareja gay casada en América Latina. Y no les fue fácil. Lo habían intentado un mes antes librando una dura batalla mediática y legal. Fue en Buenos Aires, lugar de su residencia, y el 1 de diciembre, Día Internacional de la Lucha contra el Sida. Se plantaron ante el Registro Civil que previamente había rechazado su matrimonio en base a que la legislación argentina no reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero lo hicieron esta vez con una sentencia obtenida de una jueza que les daba amparo en base a entender que el derecho fundamental a la igualdad incluye el derecho al matrimonio y a la familia sin discriminación de sexos. Pero ni aún así fue posible: algunas organizaciones católicas ortodoxas reaccionaron y consiguieron de otra juez otra sentencia que paralizó el enlace.

Pero Alex y José María son porfiados. Aman y conocen a su país y echaron mano de la viveza criolla desarrollando su plan b. Contaban con la complicidad de Fabiana Ríos, gobernadora de la provincia de Tierra del Fuego en cuyo Registro Civil se personaron para ver denegada también su petición por las mismas razones legales. Pero esta vez llevaban en el bolsillo el recurso ante la Gobernadora que autorizó tan rápidamente el matrimonio que no dio tiempo a la presentación de nuevos recursos. La pareja voló a Buenos Aires para dar una rueda de prensa. “Este matrimonio es una fiesta para toda Latinoamérica”, declaró Di Bello. Inmediatamente regresaron a Ushuaia para su luna de miel.

Freyre y Di Bello han hecho historia en la Región en que la Iglesia Católica tiene mayor número de fieles. Se han anticipado a la Ley de Ciudad de México, primera que reconoce el matrimonio homosexual en una región plagada de gobiernos “progresistas”. El machismo es políticamente muy transversal. Y muchas católicas y católicos rezamos para que el Espíritu ilumine la mente de nuestras viejas jerarquías y lleguen a abrazar amorosas la igualdad de la mujer y el derecho de nuestros hermano/as gais, lesbianas y bisexuales al matrimonio y a la familia.

La onda expansiva de la libertad y sus enemigos

En China también se ha comenzado a romper tabúes. Allí el sexo entre homosexuales fue ilegal hasta 1997 y la homosexualidad fue considerada oficialmente como una enfermedad mental hasta 2001. Pero también allí, el país milenario que calzó con fierro el pie de las niñas, el 3 de enero pasado, Zen Anquan, 45 años, arquitecto divorciado, se casaba con Pen Wenjia, un militar de 27 años. “No queremos y no tenemos porqué seguir ocultándonos”, dijeron. Pero han tenido que sufrir el rechazo de amigos y parientes en un país donde la homosexualidad sigue siendo un tabú a pesar de que se estima que existen más de 30 millones de gais y lesbianas.

Fortalezas de machismo: de Uganda al Desayuno de Oración Nacional

A las ondas de libertad no faltan quienes levantan muros. Están en los países más insólitos. Uganda es un país africano cuya legislación aplica la pena de muerte a los homosexuales con sida y condena con la cadena perpetua todo acto homosexual. Pero a algunos no les basta con eso. Ahora David Bahati, un político ugandés promueve una ley por la que se aplicaría la pena de muerte contra gais y lesbianas y 7 años de prisión para los familiares y amigos que no denuncien la homosexualidad. Parece que no tengan nada mejor que combatir. Esta “cruzada” se hace, como casi siempre, frente a la “degeneración” y en defensa de los valores culturales propios.

Esta propuesta, en realidad, no es estrictamente ugandesa. Se hizo después de la visita de una misión de cristianos fundamentalistas, vinculados a “The Family” que ven en Uganda un terreno abonado para su intento de aplicar terapias para que los gais vuelvan al recto camino de la heterosexualidad. Resulta que “The Family” es el grupo cristiano que organiza “el desayuno de oración nacional” que se celebra en Washington desde 1953 y que este año ha tenido lugar el 4 de febrero en el Washington Hilton Hotel, donde se reunieron 3.500 personas de las elites de más de 140 países incluidos representantes de más de 40 Estados.

Obama y Clinton, despejando dudas y críticas, aprovecharon la ocasión para arremeter contra la propuesta de ley de Uganda. Y aún más explícito fue el laicista Zapatero, Presidente del Gobierno español y también, por turno, de la Unión Europea, que quiso dejar claro que “hoy mi plegaria quiere reivindicar igualmente el derecho de cada persona, en cualquier lugar del mundo, a su autonomía moral, a su propia búsqueda del bien. Hoy mi plegaria quiere reivindicar la libertad de todos para vivir su propia vida, para vivir con la persona amada y para crear y cuidar su entorno familiar, mereciendo respeto por ello.”

Entre las excusas multiculturales y la hipocresía en la cultura

Mandela es merecidamente famoso. Pero el actual Presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, también lo es aunque por razones muy diferentes. El 4 de enero contrajo matrimonio por quinta vez, con celebración en su comunidad zulú natal, siguiendo las tradiciones más originarias y ante la presencia de políticos y famosos. Zuma, de 67 años, se casó con Thobeku Madiba, de 37, con quien vivía desde hacía años y tiene tres hijos. Convivirá con tres mujeres pues se divorció de la segunda y su tercera esposa se suicidó. Tiene reconocidos oficialmente 19 hijos. Y puede haber una sexta boda en el horizonte pues según la agencia local Sapa ya ha ofrecido el ilolo o dote a la familia de una mujer de Durban que ha presentado en reciprocidad el unbondo o regalo a la familia del esposo, último paso antes de la boda zulú.

Pero la serie quizás no acabe aquí pues el lunes 1 de febrero se supo que Zuma reconocía a un vigésimo hijo, una niña nacida en el pasado octubre de una relación extramatrimonial con la hija de un amigo y magnate del fútbol sudafricano. La promiscuidad de la que se sospechó siempre anulaba el valor de sus previas declaraciones: “Hay un montón de políticos que tienen amantes y niños que ocultan para aparentar que son monógamos. Yo prefiero ser abierto. Amo a mis esposas y estoy orgulloso de mis hijos”.

Las críticas han sido masivas y el debate sobre la poligamia y los límites del multiculturalismo se ha desencadenado. Máxime en un país azotado por el Sida (5’7 millones de enfermos y 300.000 muertes anuales según la ONU) donde el Gobierno de Zuma impulsa en todos los medios de comunicación la campaña “Un Solo Amor”. Irritados, los críticos hablan de vuelta al primitivismo, vergüenza ante el mundo, Berlusconi, Tiger Woods o Enrique VIII de Africa, degradación de la mujer… Y comparan este comportamiento con el de los anteriores Presidentes democráticos sudafricanos: Mandela (de una etnia, la xhosa, que reconoce la poligamia, pero que siempre vivió con una sola esposa aunque se casó tres veces) y Mbeki que tiene una sola esposa.

La línea de defensa ante la avalancha de críticas ha sido doble. Una nos es bien conocida en Latinoamérica, especialmente en las épocas y países más autoritarios: la familia y la vida sexual de nuestros líderes son asuntos privados ante los que deben callar los medios y el debate político. La otra línea es mucho más actual y se remite a los derechos culturales. Según algún analista político local, Zuma “está enviando una señal de que no se avergüencen del sistema de valores culturales zulús que él suscribe con orgullo”. El propio Zuma se ha defendido sin rubor alguno. “Es mi cultura, no va en contra de mi ni de mis ideas políticas, y eso incluye la creencia en la igualdad de la mujer” (sic). El problema para él es que “algunos creen que su cultura es superior a las otras”. Personalmente no sé lo que pensarán las mujeres de la comunidad zulú de Zuma, pero estoy segura que todas las que en Sudáfrica saben leer y escribir y han accedido a un mínimo de autonomía económica y moral no podrán evitar un sentimiento de desprecio y de rebelión para cuando llegue el momento.

Ulster o las dificultades del integrismo cristiano

Aunque a Zuma no se le puede acusar de hipócrita no sucede lo mismo con el muy cristiano matrimonio Robinson de Belfast. No es un matrimonio cualquiera. Él, Mr. Robinson, 65 años, es el Primer Ministro de Irlanda del Norte. Ella, Mrs. Robinson, 63, es su bella esposa y, además, diputada en el Parlamento británico, en la Asamblea legislativa del Ulster y concejal. Famosa, sobre todo, por sus extremadas creencias religiosas. Devotísima cristiana evangelista, miembro del Tabernáculo Metropolitano de Belfast, que el día siguiente a la investidura de su marido, despreciando las leyes inglesas vigentes, y en la misma semana en que un homosexual fue brutalmente apaleado en Belfast, echó mano de la Biblia para recordar que “la homosexualidad es abominación”. Invocó el Levítico: “cualquiera que ayuntara con varón como si fuera mujer, abominación hicieron; y entrambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”. Criticada duramente, recibió el apoyo de su marido. Mr. Robinson trajo un argumento difícilmente contrargumentable: “No es Iris Robinson quien determina que la homosexualidad es una abominación, fue el Todopoderoso”. “Vayan a Él con sus críticas”, debió concluir.

Pero como la Biblia da para tanto le ha acabado jugando una mala pasada a Mrs. Robinson, la misma que había reprendido a Hillary Clinton por haber perdonada las infidelidades de su marido: “Ninguna mujer puede aceptar lo que ella toleró a su marido cuando era Presidente. Lo hizo porque sólo pensaba en su carrera política”. Y es que a comienzos de enero de este año se descubrió que la despiadada Mrs. Robinson tenía un afer con un muchachito 40 años más joven, hijo de un carnicero amigo suyo (que según medio maledicentes también había sido su amante) al que prometió en el lecho de muerte ocuparse de su hijo. No tuvo en cuenta que el Deuteronomio advierte que “si se encuentra a un hombre yaciendo con una mujer casada, los dos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer”.

Cuando Mr. Robinson tomaba posesión del cargo de Primer Ministro ella ya estaba en pleno romance con aquel jovencito de futuro incierto. Amorosa tutora, quiso convertir aquel huérfano en empresario. En sus paseos descubrieron un viejo caserón de piedra que el Ayuntamiento quería convertir en un café. Diligente, Mrs. Robinson consiguió para su pupilo y amante dos cheques de dos constructores amigos por importe de unos 75.000 dólares, más la licencia municipal. Mrs. Robinson sólo se quedó con un pellizco del 10 por 100 para saldar pequeñas deudas. Y cuando rompió con su amante le exigió la devolución del dinero, aunque eso sí, pidiendo que la mitad fuera para su Iglesia.

Cuando en marzo del 2008 el Premier cornudo se enteró de su condición se dice que ella intentó suicidarse. Ahora está bajo estricto tratamiento psiquiátrico. Él se ha tomado 6 semanas de vacaciones. Debe haber habido mucho dolor, aunque no podemos saber qué parte se debe al arrepentimiento y qué otra al escándalo no evitado. No hubo desde luego menos mofa. Estamos ante un gravísimo caso de hipocresía con derivadas de corrupción y tráfico de influencia. Por lo que al pecado se refiere es sólo cuestión de arrepentimiento: el Dios que condena en el Antiguo Testamento es también el Dios que ama y perdona en el Nuevo. Pero Dios no basta para perdonar los delitos económicos ni siquiera con arrepentimiento. Aquí son los jueces terrenos quienes tendrán que decidir.

¿Y si el infiel hubiera sido Mr. Robinson con una jovencita 40 años menor que él? En el tan religioso Ulster el escándalo habría sido más atenuado. La Biblia, como todas las religiones agrarias, sólo condena la promiscuidad del varón cuando recae sobre mujer “casada”, es decir, propiedad de otro. Las Iglesias tienen pendiente el gran tema de la igual libertad y dignidad de la mujer. Lo condenable en Mrs. Robinson, más que su afer, es su dogmatismo y su hipocresía. Pero que no sirvan para ocultar otras hipocresías machistas a lo Zuma que se escudan en derechos culturales. Que nuestros pecados y los de Mrs. Robinson nos ayuden a mirarnos, reconocernos y relacionarnos más como somos y ayuden también a las Iglesias a actualizar sus programas sobre cómo deberíamos ser hoy.

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